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La Royal Academy muestra diez siglos de arte y cultura de Turquía

La exposición de Londres exhibe 350 piezas, muchas de ellas desconocidas en Europa

En Turcos, un viaje de mil años, la Royal Academy de Londres estudia la herencia artística y cultural de una civilización que extendió sus redes de poder desde China hasta el Mediterráneo. El recorrido se inicia en el año 600 y llega hasta el esplendor del imperio otomano, en 1600, con más de 350 piezas textiles, cerámicas, manuscritos iluminados, además de trabajos en madera, metal y materiales preciosos. Procedentes en su mayoría de dos museos de Estambul, muchas obras nunca se habían exhibido en Europa. La exposición se abre al público el próximo sábado 22.

Es tradición de la Royal Academy acercarse a culturas lejanas y de gran riqueza artística. En 1995 revisó el arte del continente africano en una muy celebrada exposición y, hace menos de tres años, agrupó en su sede de Picadilly, en el centro de Londres, magníficos ejemplos de la maestría del pueblo azteca. A partir del próximo sábado y hasta el 12 de abril explora la herencia cultural y artística de las tribus nómadas y dinastías turcas, que se extendieron desde China occidental hasta los Balcanes a lo largo de mil años. "Es la historia de la adaptación y asimilación a territorios diversos por parte de los turcos. Desde sus inicios, como un conglomerado de gentes nómadas y seminómadas, multilingües y poliétnicas absorbieron las culturas y religiones que iban encontrando en su expansión", señala el folleto informativo que acompaña la exposición.

Contexto contemporáneo

La coincidencia temporal de esta exhaustiva antológica con la apertura de las negociaciones para la adhesión de Turquía a la Unión Europea aporta un elemento adicional de actualidad. En la presentación de ayer a los medios de comunicación, uno de los comisarios, el catedrático de Harvard en Arte Islámico, el escocés David Roxburgh, limitó el carácter "político" del proyecto a un contexto histórico más que contemporáneo. "No muestra la relación de Turquía con Europa Occidental. Tampoco nos planteamos cuánto hay de Europa en la tradición turca", dijo.

Turcos tomó cuerpo en el tiempo récord de un año, frente a los cuatro o cinco que se dedican generalmente a proyectos de esta envergadura y complejidad. Ha sido el fruto de la estrecha colaboración con la academia londinense de los museos Topkapi Saray y de Arte Turco e Islámico, ambos con sede en Estambul. Ambas instituciones han prestado en torno al 70% de los objetos exhibidos, entre los que abundan piezas que nunca antes habían salido de Turquía. Al mismo tiempo, expertos de los dos museos colaboran en las tareas de organización junto a Roxburgh y el director de exposiciones de la Academy, Norman Rosenthal.

Estructurado cronológicamente, el viaje se detiene en cuatro fases distintivas del poder turco: los imperios Uighur, Seljuk, Timurid y Otomano. La vasta área cubierta tiene su eje central en la Ruta de la Seda, que cubre los territorios de países actuales como Turquía, Irak, Irán, Afganistán, Tayikistán, China y Mongolia. Tan ricos como el intercambio comercial a lo largo de la popular senda que unía Occidente con Oriente fueron las conexiones culturales, la absorción de técnicas y estilos artísticos, el mecenazgo de artesanos y maestros que protagonizaron las distintas dinastías turcas.

Hay innumerables joyas artísticas en Turcos. Páginas de exquisita caligrafía y textos bilingües del Corán; manuscritos iluminados con figuras humanas y colores brillantes; vasijas de cerámica y teteras de metal con incrustaciones de cristal; puertas talladas en madera, perla y carey; elegantes kaftanes, alfombras y cubrecamas con diseños geométricos y florales que han inspirado a diferentes generaciones de diseñadores. Son muchos los objetos, pero su distribución a lo largo de 11 salas de la galería facilita su observación entre el torrente de personas que previsiblemente visitarán diariamente la exposición.

Una de las salas está dedicada a las enigmáticas pinturas de Muhammad Siyad Qalam, artista apodado Muhammad de la Pluma Negra. Son representaciones caricaturescas, goyescas incluso, de escenas cotidianas en el desierto, con figuras humanas muy expresivas, animales de faena y seres endiablados. Reflejan la vida, costumbres y creencias de gentes nómadas, enlazadas quizá con la tradición oral de las civilizaciones históricas. "No existe ningún trabajo similar en este periodo. Son pinturas crudas, atractivas, enigmáticas. Tampoco sabemos mucho de su autor salvo que trabajaba al margen de la corte o de cualquier tradición", explicó ayer Roxburgh.

"En esta exposición", comentó el profesor de Harvard, "nos acercamos a una tradición artística rara vez expuesta. La hemos desatendido pese a su gran importancia mundial y al impacto que causó en Asia. En cierta forma, una vez recorridas las salas, el público caerá en un estado de pánico al darse cuenta de lo poco que sabe de los turcos. Es una reflexión impactante porque nos fuerza a indagar más en la materia".

Una de las obras que se exhiben en la exposición <i>Turcos, un viaje de mil años,</i> en la Royal Academy de Londres.
Una de las obras que se exhiben en la exposición Turcos, un viaje de mil años, en la Royal Academy de Londres.EFE
Detalle de la firma del sultán otomano Suleiman el Magnífico (c. 1540-50), procedente del Museo Topkapi Saray.
Detalle de la firma del sultán otomano Suleiman el Magnífico (c. 1540-50), procedente del Museo Topkapi Saray.EFE
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