La fuerza de la inteligencia

Hace cinco siglos maese Rodrigo Fernández de Santaella fundó una institución educativa en la que hoy cursan estudios más de 70.000 alumnos, un auténtico motor intelectual para una región que ha entrado en el siglo XXI llena de esperanzas de mejora. La Universidad de Sevilla celebra este año su quinto centenario. Una gran exposición, que se inaugurará mañana jueves, abrirá una larga sucesión de actos que, además de recordar la historia de la Universidad de Sevilla, pretenden reflejar su clara proyección hacia el futuro y su vínculo con los saberes más modernos. La muestra, que se desarrollará en la Sala Villasís del Centro Cultural El Monte y la Capilla de Santa María de Jesús, pondrá de manifiesto la pujanza de una institución que cuenta con 31 centros (25 propios y 6 adscritos); 120 departamentos; 153 áreas de conocimiento, y 5 institutos. La oferta universitaria abarca 64 titulaciones (22 de ciclo corto, 33 de ciclo largo y 9 de segundo ciclo); 126 programas de doctorado, y 195 estudios de posgrado.

Siempre con los datos estadísticos de la propia Universidad de Sevilla (que corresponden al curso 2003-2004), el número de estudiantes matriculados es de 60.772 (primer y segundo ciclo en centros propios); 3.347 (primer y segundo ciclo en centros adscritos); 3.415 (tercer ciclo); 2.636 (posgrado), y 3.180 (institutos de idiomas). El número de estudiantes graduados alcanzó en el curso 2003-2004 la cifra de 8.340 (primer y segundo ciclo en centros propios); 959 (primer y segundo ciclo en centros adscritos), y 315 (tercer ciclo). El personal docente asciende a 4.085 profesores. Los empleados no docentes suman 2.247.

La Universidad de Sevilla cuenta con un ramillete de antiguos alumnos que ha destacado en los más diversos campos. Dirigentes políticos, como el ex presidente del Gobierno Felipe González y Alfonso Guerra, del PSOE, el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, o la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, de IU; científicos, como el bioquímico Manuel Losada Villasante; escritores, como Luis Manuel Ruiz o Antonio Gala; juristas, como el ex presidente del Tribunal Constitucional Miguel Rodríguez Piñero; diplomáticos, como el embajador de España ante la ONU, Juan Antonio Yáñez-Barnuevo... Son sólo una muestra de una institución que espera continuar con su aportación a todos los sectores económicos y sociales.

Su profunda imbricación en una larga historia sirve de trampolín para el futuro. En efecto, la Universidad de Sevilla tiene sus raíces en la llegada del poder cristiano a la ciudad en 1248. El estudio general -claro antecedente de la Universidad- fue fundado en 1254 por Alfonso X el Sabio. Este monarca -que simboliza de forma sobresaliente el respeto a las tres culturas de la península Ibérica- era conocedor del prestigio que otorgaba a una ciudad tener centros de estudio y puso en marcha una institución que reafirmó el papel de Sevilla en el mapa del saber.

Con todo, la ciudad tuvo que esperar al siglo XVI para que la Universidad comenzara su actividad. Sevilla, que era entonces la puerta al comercio con las Indias, superaba los 100.000 habitantes, lo que la convertía en la primera ciudad de España y una de las seis más pobladas de Europa. La riqueza económica iba aparejada con la intelectual. El Renacimiento rompía el maderamen apolillado de la Edad Media. El humanismo colocaba a las personas ante nuevos horizontes que servían de acicate para forjar sus propias biografías. La imprenta, recién inventada, derramaba una sabiduría antes confinada a templos y palacios. El campo era propicio para que naciera la institución que está en los orígenes de la Universidad: el Colegio de Santa María de Jesús.

En 1505 el carmonense Rodrigo Fernández de Santaella, arcediano de la Catedral de Sevilla, obtuvo una bula del papa Julio II para levantar en la ciudad un Colegio-Universidad (el de Santa María de Jesús) que podría impartir enseñanzas de "Artes, Lógica, Filosofía, Teología, Derecho Canónico, Civil y Medicina". La bula de 1505 fue confirmada en 1508 por el mismo pontífice. La Universidad de Sevilla recibía, así, los privilegios con los que contaban otras universidades del reino.

Fue el inicio de una aventura intelectual que llega hasta hoy. Los orígenes de la Universidad moderna se remontan al reinado de Carlos III, quien aprobó en 1769 el plan de estudios de Olavide y ordenó establecer la Real Universidad Literaria. Este centro se trasladó en 1771 a la Casa Profesa de la Compañía de Jesús. En 1950 se ordenó la cesión del edificio de la Fábrica de Tabacos, construido en el siglo XVIII, a la Universidad de Sevilla. En este recinto se sitúan las dependencias del Rectorado y varias facultades.

El proyecto que Fernández de Santaella hizo realidad desde la bruma de los sueños entra en el siglo XXI con paso firme, en íntima unión con la ciudad a la que tanto ha enriquecido. Desde la fuerza de la inteligencia la Universidad de Sevilla permanece fiel a su deseo de servir a la sociedad.