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La muerte de un bebé eleva a tres las víctimas de la explosión de Getafe

La reconstrucción de las viviendas dañadas se prolongará al menos durante cuatro meses

La pequeña Lucía Jiménez, de cuatro meses, no pudo resistir la gravedad de las lesiones -fracturas, edema cerebral difuso y hemorragia cerebral- sufridas en la explosión el pasado miércoles por la noche en un piso de la calle de Valencia, en Getafe. Falleció en la madrugada de ayer en el hospital Doce de Octubre. Con su muerte suman tres las fallecidas en el accidente, una de las cuales era la madre del bebé, Raquel Romero, de 33 años. Quedan otros cinco heridos de gravedad ingresados, entre ellos el padre de la pequeña, Vicente Jiménez, de 34 años, que sufre fractura en la tibia y el peroné.

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"Dile a Perico que no pude rescatar a su hijo". Con estas palabras expresaba toda su angustia la misma madrugada del accidente una de las víctimas de gravedad, Jorge Rovira, de 36 años, a su hermana Yolanda, tras ser internado en el hospital de Getafe. Se refería al niño de 10 años, que también fue herido y está ingresado en el hospital de La Paz, y que ha perdido a su madre, María del Carmen Sánchez, de 35 años. Ambos estaban con Rovira la noche de la explosión, pues él es muy amigo del padre del pequeño (Perico).

Yolanda Rovira relató ayer todo lo que su hermano le ha contado de lo sucedido, pues era el inquilino del piso donde ocurrió la explosión de gas, el bajo A del número 57 de la calle de Valencia, y no el propietario, como publicó ayer este periódico. La dueña es Catalina Álamo, otra vecina de Getafe.

"Mi hermano había alquilado ese piso. Le dieron las llaves a las doce de esa misma mañana", explicó Yolanda. Recién separado de su mujer y con dos hijos, el plan de su hermano era llevar a los niños este mismo fin de semana a la casa, porque era su turno de tenerlos a su lado. "Mi hermano está conmocionado, porque podían haber estado también sus hijos", relató Yolanda. Pero, sobre todo, "está muy afectado" porque no pudo sacar al hijo de su amigo de entre los escombros. "Tiene el rostro y las manos quemados, y también daños en la clavícula pues se dio golpes. Está fatal, muy desfigurado", explicó ella.

Las heridas en los brazos le impidieron rescatar al niño de entre los cascotes que lo cubrían. "Él oía cómo le llamaba el niño, pero no podía hacer nada por él. Luego entró un vecino y dice que todo fue muy rápido, que llegó la policía o los bomberos y los sacaron", prosiguió en su relato Yolanda Rovira. "Por eso está muy conmocionado, porque es que en ese momento no tenía que estar nadie en el piso", agregó.

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Jorge, destrozado, preguntaba la primera noche en el hospital por el pequeño. "No queríamos decirle nada, pero luego el médico nos dijo que si preguntaba, se lo contáramos. Parece que ahora el niño va a salir adelante", agregó Yolanda.

Jorge Rovira había ido al piso a las cinco de la tarde a encender la calefacción. Pensaba dormir ya esa misma noche allí, y por eso encendió la caldera a fin de que la casa estuviera templada. En la declaración que hizo ante la policía el jueves pasado aseguró que ya entonces notó un sonido extraño al abrir la espita del gas. Pero no le dio importancia. Luego se fue a clases de yudo. A última hora quedó con unos amigos para ver el fútbol por televisión. Esa noche se celebraba un encuentro de la Copa del Rey entre el Getafe y Osasuna. Mientras sus amigos veían el partido, él fue a enseñarle la casa a las esposas de éstos. Era en torno a las nueve y media. Se dirigieron al lugar el propio Jorge, María del Carmen Sánchez y su hijo de 10 años, junto con sus amigas Diana Cantalejo, de 29 años, y María del Carmen Martín, de 32.

María del Carmen Sánchez es una de las tres fallecidas, mientras que todos los demás permanecen ingresados. Cantalejo padece lesión medular y está internada en el hospital de Getafe. María del Carmen Martín sufre traumatismo craneoencefálico y permanece en el Doce de Octubre.

Los cinco subieron al piso y, cuando llegaron, nada más abrir la puerta, ya olieron a gas. María del Carmen Martín se quedó fuera porque le dio miedo entrar. Los demás abrieron la puerta a oscuras y entraron. Unos corrieron a la cocina para abrir una ventana, mientras Jorge lo hacía hacia la terraza para apagar la caldera, en la que asegura que todavía ardía una llama. Pero en ese momento, María del Carmen Martín activó el interruptor eléctrico del descansillo. "Ahí fue cuando todo estalló", explicó Yolanda Rovira. "Mi hermano no sabe lo que pasó. Sólo que todo explotó al encender la luz".

Cuenta que el piso había estado deshabitado una semana. "Nadie vivía todavía en él, ni mi hermano había cocinado, ni nada". También explicó que la dueña del piso, Catalina Álamo, le había dicho a Jorge que la vivienda había pasado la revisión del gas. Así lo confirmó ayer ésta, que no quiso entrar en más detalles porque está afectada por lo sucedido. "Además, no sé lo que pudo pasar", concluyó.

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