Curso de interpretación
Los argentinos siguen empeñados en ofrecer cursillos acelerados de interpretación con cada película que se estrena en España. Eduardo Blanco, como en los últimos filmes de Juan José Campanella, vuelve a mostrar su cara de gente, a provocar que te quieras tomar unas cañas con sus personajes (y/o con él) a la salida del cine. Ulises Dumont, como en El mismo amor, la misma lluvia, como en Smoking Room, llena de raza su personaje, un anarcojubilado cargado de motivos para gritar en la calle su desacuerdo con el mundo. Mientras que la veterana de 82 años China Zorrilla, nacida en Uruguay, evidencia que la rabia, la naturalidad y el estilo no tienen edad y deslumbra con una actuación memorable. Conversaciones con mamá es una gran película de actores y una estimable película de texto (basada en una pieza anterior del propio director). Lástima que, por culpa de una puesta en escena no ya equivocada sino casi desastrosa, Santiago Carlos Oves (también autor del guión) no acierte a ensalzar aún más el trabajo de sus intérpretes y el suyo propio: un buen material de acoso y derribo sobre las dificultades del país para ofrecer algo tan básico como el cobijo de su gente; una observación sobre las relaciones materno-filiales y una reflexión sobre la tercera edad, que empieza a verle las orejas al lobo al tiempo que no se conforma con quedarse pasmado ante las pocas jornadas de gloria que le quedan a su existencia.
CONVERSACIONES CON MAMÁ
Dirección: Santiago Carlos Oves. Intérpretes: China Zorrilla, Eduardo Blanco, Ulises Dumont, Silvina Bosco. Género: comedia dramática. Argentina, 2004. Duración: 90 minutos.
Lamentablemente, Oves muestra una rara habilidad para colocar siempre la cámara en el lugar menos adecuado (¿por qué en muchas de las secuencias está a una altura tan elevada, poco más arriba de la mirada de sus actores?), lo que nunca le permite sacar brillo a su escritura. Incapaz de otorgar movimiento (ya sea con la cámara, ya sea en el interior del plano) a una película muy teatral, construida a base de largas conversaciones ambientadas en interiores, el realizador se atreve incluso a mostrar unas hojas secas al viento creadas por ordenador y unos antiquísimos flash-backs en tono sepia que nada aportan a la historia, que fácilmente podrían haberse desechado en la sala de montaje. Igual hay quien piensa que, frente a las virtudes de la película, que no son pocas, estos defectos no son más que nimiedades de estilo en las que muy poca gente cae en la cuenta. Entonces Conversaciones con mamá les parecerá una hermosa historia de amor fraternal.
Babelia
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