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VISTO / OÍDO
Columna
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Referéndum

El referéndum, dicen los pensadores de la política, es un acto contra el Parlamento. Si tenemos necesidad de hablar de razón, hay ésta: los asuntos se debaten en el Parlamento, se enmiendan y finalmente se aceptan o se rechazan; el referéndum es una pregunta única a la que el electorado responderá sólo sí o no. La pregunta puede ser confusa. Es un arma de las dictaduras: Hitler acudió a él, Franco también. Votaremos sí o no, o nada, a la Constitución de Europa: no podremos debatirla, aceptar unos artículos y otros no, modificarla; tendrían que haberlo hecho nuestros diputados y no lo hicieron el martes. Ellos nos mandaron sustituirles en esta decisión cuando, en realidad, son nuestros representantes en la legislación. En Estados Unidos no existe referéndum, por ese aspecto vicioso; en el Reino Unido estuvo prohibido, aunque luego se haya caído en el del Mercado Común; pero el resultado "no es vinculante" (aquí, sí). En Suiza es un sistema continuo: su régimen es de "democracia directa". Origen romano del referéndum: se consultaban algunos casos a la plebe, que no tenía representantes en el Senado. Luego se amplió al consultar a todos.

Este referéndum, para el que el Estado no sólo hace propaganda contra la abstención, sino que defiende el "Sí", arrastrará al único partido de la oposición, aunque no a todos los que forman la mayoría. Ya quisiera el PP votar en contra, pero le obliga su pertenencia -y ahora, presidencia- de los partidos populares europeos, que son constitucionalistas. Y sus compromisos. Su salida de tono del martes fue para denunciar el otro referéndum, el de Ibarretxe. Y tampoco era por ahí su embestida: era, como es habitual, contra Zapatero, que no ha abierto aún la caja de Pandora contra los vascos; por eso ellos llaman "blando" al Gobierno. Otra vez la mentira: las rápidas reformas de la sociedad muestran decisión y valentía. Todo el esfuerzo de que ésos son capaces -y es mucho, porque son fanáticos de sí mismos- es el de que se disuelva el Parlamento y se convoquen elecciones generales. Lo que no sé es qué querrían hacer después de perderlas. Aquella vez cuando las perdieron hicieron una guerra, pero había fascismo y nazismo en el mundo, y las democracias eran anticomunistas. Ahora, no (Bueno...).

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