Una técnica española para depurar agua con energía solar logra un premio europeo
Desde que en 2000 entró en vigor la directiva europea sobre política de aguas no han dejado de buscarse métodos para degradar contaminantes disueltos, que van a parar a ríos y lagos. Investigadores del Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) han conseguido aplicar a escala industrial una técnica de descontaminación de aguas que emplea energía solar, y han recibido por ello recientemente un premio europeo a la innovación, el Gran Premio del Jurado de los Grand Prix Europeos a la Innovación. Esta técnica de fotocatálisis solar se está utilizando ya para resolver un grave problema, la limpieza del agua con que se lavan, para su reciclado, los envases de pesticidas utilizados en los cultivos de invernadero de Almería.
La fotocatálisis solar también se puede utilizar para la potabilización de agua
"Los demás procesos que se usan para degradar contaminantes en el agua son caros, bien por la cantidad de energía que consumen, o bien por los reactivos que emplean", explican Julián Blanco y Sixto Malato, que trabajan en la Plataforma Solar de Almería (PSA). "Nuestro método no es barato, pero es competitivo. Es el único que emplea energía solar". Este proceso también podría ser útil, especialmente en países en vías de desarrollo, para potabilizar el agua sin tener que añadir un bactericida. En un prototipo de planta potabilizadora, dentro de proyectos europeos, trabajan ahora los dos investigadores españoles.
El desarrollo de la técnica "no ha sido nada fácil", admiten en conversación telefónica. Es el resultado de 14 años de trabajo en colaboración con empresas de todo el mundo y ha costado cerca de una decena de millones de euros, financiados en su mayoría con fondos de proyectos europeos. La creación de la directiva europea del agua hace cuatro años fue una "casualidad", comentan que convirtió su área de investigación en puntera; la norma "obliga a tratar aguas que antes se vertían tal cual", explican los investigadores.
El mecanismo físico en que se basa su trabajo se conoce desde hace décadas: si al agua que se desea descontaminar se le añade un catalizador y se expone al sol, los contaminantes se acaban degradando. Sirve para eliminar compuestos orgánicos persistentes y peligrosos de uso industrial, como productos farmacéuticos, colorantes o plaguicidas, entre otros. Lo que ocurre es que cuando la luz excita el catalizador se producen reacciones químicas que liberan radicales libres, que a su vez oxidan los contaminantes -lo que equivale a degradarlos-. Tras la reacción queda dióxido de carbono y sales inorgánicas, no contaminantes.
Pero "por mucho que esto se supiera a escala de laboratorio, no se podía aplicar en la industria. En eso ha consistido nuestro trabajo, en lograr que se pudiera usar a escala industrial", dicen Blanco y Malato. En 2000 se instaló en Arganda del Rey la primera planta experimental que aplica este proceso, y el pasado mes de julio, una ya comercial, de la empresa Albaida, en La Mojonera (Almería).
El funcionamiento de estas plantas es aparentemente sencillo. Los colectores solares recogen la luz y la dirigen a unos tubos de vidrio donde está el agua, con los contaminantes y el catalizador; una vez realizada la reacción hay que recuperar el catalizador -dióxido de titanio- y controlar la calidad del agua. Pero en la práctica no es tan fácil.
Los espejos, que en la planta de La Mojonera ocupan en total 150 metros cuadrados -en piezas de unos veinte metros-, tienen que recoger especialmente luz ultravioleta, o de la parte del espectro visible más cercana al ultravioleta. Desarrollar estos colectores tan específicos ha sido bastante complejo, dicen Blanco y Malato. Prueba de lo difícil del reto es que, según los investigadores que ahora han visto reconocido su trabajo a escala europea, "trabajaban en esto otros grupos, entre ellos uno del Departamento de Energía de Estados Unidos, pero abandonaron porque no veían visos de que se resolvieran los problemas que encontraban".
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