Trabajo en urgencias

Hace unos días leí publicada en esta sección una carta que narraba la experiencia vivida por una persona en las urgencias del hospital Clínico.

Soy una enfermera que trabaja muy duramente (al igual que mis compañeras) en las urgencias del hospital Gregorio Marañón, a veces sin todos los recursos materiales y humanos que necesitaríamos para hacer nuestro trabajo correctamente, pero sin perder por ello en ningún momento nuestra profesionalidad.

En estos días -y en tantos otros-, la presión asistencial es mucha y, sin duda, los tiempos de espera se alargan, pero el relato que leí me pareció tremendamente parcial, injusto, y si me apura, inverosímil en algunos momentos: nunca un enfermo con dolor torácico y antecedentes de infarto agudo de miocardio va a esperar siete horas hasta la realización de un electrocardiograma.

Tras leer la carta, da la sensación de que las urgencias son caóticas y deshumanizadas, y aunque evidentemente son mejorables, existe una organización interna y una enorme dedicación por parte de los profesionales que allí trabajamos, a los que este tipo de cartas nos desmoralizan, y no hacen sino desmotivarnos en nuestro trabajo de cada día, siempre estresante y exigente.

Desde luego, la opinión de esta persona es muy respetable, pero sé que no es mayoritaria; de lo contrario, no podría tener la fuerza necesaria para ir a trabajar cada día...