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Tony Blair se planteó dimitir en favor de Gordon Brown por la impopularidad de la guerra de Irak

Tony Blair, convencido de que la guerra de Irak le había hecho perder la confianza de los votantes, se comprometió el 6 de noviembre de 2003 a dimitir a favor del ministro de Economía, Gordon Brown, al cabo de unos meses si éste le ayudaba a salir del Gobierno con la cabeza alta. En un libro de inmediata aparición, Brown's Britain (La Gran Bretaña de Brown), el periodista Robert Peston ilustra con un detalle nunca visto hasta ahora las pésimas relaciones que mantienen los dos hombres más poderosos del laborismo, enzarzados en una guerra que ha traspasado el punto de no retorno.

Corresponsal financiero de The Sunday Telegraph, Peston ha cultivado durante 10 años la relación con Brown y su entorno, y su libro ha sido interpretado como la versión brownita de la rivalidad que enfrenta a los dos políticos desde que en 1994 Tony Blair ganara la batalla para suceder al repentinamente fallecido John Smith en el liderazgo del Partido Laborista. Según los avances del libro publicados ayer, Blair y Brown cenaron el 6 de noviembre en la Admiralty House, la residencia oficial del viceprimer ministro y eterno mediador entre ambos, John Prescott. Sus relaciones eran entonces pésimas, y ni siquiera intentaban ya ocultarlo tras haberse enfrentado abiertamente unas semanas antes, durante el congreso laborista. En esa cena, Blair admitió que había perdido la confianza del electorado debido a Irak y le dijo a Brown: "Sé que me tengo que ir, pero necesito tu ayuda para poder superar el año próximo".

Arranque de la negociación

En enero de 2004 empezaron a negociar el traspaso de poderes. En las conversaciones se implicó John Prescott y también el ahora comisario europeo Peter Mandelson, el hombre que en 1994 jugó un papel decisivo para que Blair superara a Brown. A finales de marzo, Blair le comunicó a Brown que había decidido hacer público a finales de abril, tras el receso parlamentario de Pascua, su intención de dimitir al cabo de seis meses. Brown, en lo que luego ha admitido que fue un error inmenso, le convenció para que no dijera nada porque abriría la lucha por la sucesión y provocaría una tormenta interna en el partido.

En mayo, John Prescott hizo unas declaraciones sobre las "placas tectónicas en movimiento" en el Gabinete que provocaron una catarata de rumores sobre el futuro del primer ministro. Desde hacía semanas se especulaba con que Blair estaba muy afectado por el escándalo de los maltratos a presos en la prisión de Abu Ghraib, cerca de Bagdad, y también por un "drama familiar" ocurrido el 19 de abril al que la prensa se refiere con frecuencia, pero respetando el pacto de no dar detalles.

El 10 de julio, el corresponsal político de la BBC, Andrew Marr, causó sensación al asegurar que Blair había estado a punto de dimitir, pero que las presiones de cuatro de sus ministros más próximos le habían decidido a continuar. Luego se supo que también Cherie Blair había jugado un papel fundamental. El 12 de julio, Trevor Cavanagh, editor político de The Sun, un diario de Rupert Murdoch que juega un papel fundamental en apoyo de Blair frente a Brown, aseguró que el primer ministro había decidido ser el candidato laborista en 2005 y acabar su mandato si resulta elegido. Según el libro de Peston, Blair le dijo a Brown que esa información no era correcta, pero apenas una semana después, en otra cena en Admiralty House, le informó de que había cambiado de opinión y necesitaba más tiempo para decidir si dimitía o no. "No hay nada ya que puedas decirme y que yo pueda creer", le respondió Brown.

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A la vuelta de vacaciones, Blair nombró coordinador de la campaña electoral al ex ministro Alan Milburn. El 30 de septiembre, en una declaración sin precedentes en la política británica, Blair anunció que se presentará a las elecciones, que agotará el mandato si resulta elegido, pero que no optará a una cuarta legislatura. Brown, en vuelo hacia EE UU, fue uno de los últimos miembros del Gabinete en enterarse del anuncio.

Ni Brown ni Blair quisieron ayer hablar del libro de Robert Peston.

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