Al amparo del gigante comercial
Muchos extranjeros han encontrado una forma de ganarse la vida en el entorno del centro comercial La Vaguada
Si los vecinos del distrito de Fuencarral-El Pardo tuviesen que elegir sólo uno de sus edificios, calles, hospitales o parques más representativos, muchos de ellos nombrarían el centro comercial La Vaguada. El enorme gigante del consumismo que en su día diseñó el lanzatoreño César Manrique y cuyas velas fueron el símbolo del barrio durante mucho tiempo ha visto cómo muchos extranjeros han sabido sacarle partido. Unos, porque trabajan dentro en algunos de los numerosos comercios; otros, porque se dedican a la venta ambulante o a mendigar por los alrededores, y otros porque han establecido sus propias tiendas en esta zona del popular barrio del Pilar.
El guineano Américo Carimo, de 31 años, tiene un puesto al aire libre de regalos, "con permiso del Ayuntamiento", justo al lado de La Vaguada y muy cerca de la comisaría de Policía Nacional del distrito. Él llegó a Madrid hace tres años, en avión desde Portugal. Vende "cosillas" que compra en tiendas al por mayor: bufandas, pendientes, colgantes con la bandera de España o la de Brasil, otros con el típico toro de Osborne, ponchos... Decenas de artículos que llaman la atención y que hacen que cada dos por tres se paren clientes a echar un vistazo. "Un día malo puedo ganar sesenta o setenta euros", explica este hombre.
Con él, estos días está una amiga misionera llegada de Brasil: Zilar Cardoso Santos. La mujer le ayuda todo lo que puede en el puesto. "Él es el jefe. De momento estoy viviendo en su casa; después, ya me buscaré algo", cuenta esta religiosa.
No muy lejos de ellos, el ecuatoriano Iván y el colombiano Marco reponen fuerzas en un bar especializado en kebabs. Los dos trabajan también cerca de La Vaguada en el montaje de pladur. "En cuanto tenemos un rato libre, nos acercamos al centro comercial; por lo menos ahí dentro no hace tanto frío", cuentan.
Desde el punto de vista comercial, Fuencarral-El Pardo es un distrito con un buen asentamiento inmigrante. No hay mucha población residente debido a los altos precios de la vivienda y de los alquileres, pero sí que hay trabajo. Hay incluso núcleos donde se concentran comercios de ciudadanos de origen extranjero: indios, africanos, magrebíes... Suelen tener tiendas de alimentación o de artesanía.
Pero entre los colectivos de extranjeros existen algunas diferencias. Los comercios de carnicería y comestibles los regenta el colectivo marroquí. En el caso de locutorios y de agencias de envíos de dinero, lo gestionan los colombianos. El colectivo ecuatoriano, de momento, no tiene una presencia significativa en el sector comercial de la zona.
En el caso de los locutorios, hay muchos latinos que se iniciaron en este negocio y que ahora cuentan con restaurantes típicos o tiendas en las que se venden productos originarios de Latinoamérica, según reseña un informe municipal. También cerca de La Vaguada, en calles como Melchor Fernández Almagro, hay locales con música destinada al público latino.
Africanos simpáticos
Otros que se ganan la vida cerca de La Vaguada son un grupo de africanos que saludan siempre de manera muy simpática a todo el que entra en el centro comercial. En teoría, venden el periódico La Farola, pero la práctica hace que recojan limosna sólo con dedicar un sonoro "hola, buenos díaaaas, guapaaaaa" a todo el que pasa por delante de ellos. Los semáforos de los laterales de la avenida de la Ilustración a su paso por esta zona también son tomados por inmigrantes rumanos que mendigan.
Paradójicamente, a veces parece que hay más vida comercial fuera que dentro de La Vaguada. Aun así, numerosos extranjeros trabajan dentro del centro, sobre todo en la planta alta, donde están los negocios de restauración. Muchos de ellos echan horas en hamburgueserías, heladerías y tiendas de bocadillos. La mayoría llega a trabajar hasta La Vaguada desde otros distritos; sobre todo Usera y Villaverde. El trayecto en metro hasta el barrio del Pilar puede prolongarse más de una hora.
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