El mejor metro del mundo
Una mañana cualquiera salgo de casa y no puedo entrar en la boca de metro más cercana porque están de obras, "de mejora" las llaman. Las obras empezaron el 15 de septiembre y nos llenaron el andén de carteles diciendo que el tiempo previsto para realizarlas era de dos meses, los carteles han desaparecido y las obras siguen. Pero ¡no importa!; aunque no veamos a ningún obrero en la obra, son puestos de trabajo.
A continuación entro y me encuentro con un vagón lleno hasta los topes. Como otros días, también hoy se ha parado en el túnel, sólo han sido cinco minutos, ¡qué bien! Llego a la estación siguiente y las puertas no se abren, esta vez sólo han sido varios minutos, "será para que siga bien juntita a este chico que tengo al lado". Al llegar a la estación donde hago trasbordo no puedo salir, porque la puerta no se ha abierto, y la cantidad de gente me ha impedido salir por otra, con lo que he acabado en la siguiente estación: ¡me enfado!, ¿será que no valoro que el metro me enseñe mundo?
Hago trasbordo. Después del retorno, tengo que bajar cinco tramos de escaleras; solamente en uno funcionan las automáticas. ¡Claro que tengo suerte! No llevo a un niño y todavía mis rodillas no se quejan, así que para hacer más ejercicio ayudo a una pobre chica que lleva un niño en el carrito.
Llego a la estación de destino. Aquí tampoco funcionan las escaleras de subida; algunas llevan toda la semana así, pero algún tramo se puede hacer en ascensor. ¡Qué suerte, tampoco funciona! Puedo continuar haciendo ejercicio; además, como llego tarde, hoy voy a trabajar menos.
Y de pronto pienso que las personas que se quejan de la subida de las tarifas, yo misma, es que no valoramos que aunque el vuelo sea lento los beneficios colaterales son muchos.
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