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LA COLUMNA | NACIONAL
Columna
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Endiablado dilema

ES POSIBLE QUE el apoyo de Batasuna al planIbarretxe haya cogido desprevenido -como dice Otegi- al PNV y le haya obligado a modificar la táctica elaborada para los próximos meses. Es posible. Pero lo seguro es que ha pillado por sorpresa a los socialistas vascos, y de rechazo al Gobierno, que habían presentado frente a la comunidad nacionalista encarnada en el lehendakari unas "Bases para la actualización y reforma del Estatuto de Autonomía" sostenidas en el ambiguo e inquietante concepto de comunidad nacional. Confiados hasta el último momento en que el lehendakari se mantendría fiel a su palabra y no aceptaría votos procedentes del conglomerado ETA-Batasuna, los socialistas daban por descontado que el futuro del plan Ibarretxe, una vez rechazado en el Parlamento vasco, se solventaría en las próximas elecciones al tener que enfrentarse, en condiciones más o menos de igualdad, con su propio proyecto de comunidad nacional.

La estrategia del PSE se sostenía en difusas expectativas más que en sólidas razones. Si los socialistas presentaban en las próximas elecciones una propuesta de reforma de Estatuto atractiva para nacionalistas moderados y populares cansados y lo único que encontraban enfrente era la obstinada y tozuda determinación de mantener en vida un plan rechazado ya en el Parlamento vasco, atraerían a un buen número de votantes, imposibilitando así la formación de una mayoría nacionalista. En tales circunstancias, la coalición PNV-EA no tendría más remedio que abrirse a la posibilidad de una negociación con el PSE/PSOE a la que cada cual llevaría un plan de nuevo Estatuto: el primero, rechazado por el Parlamento vasco; el segundo, en fase de elaboración y, por tanto, negociable. De esa obligada negociación se esperaba sacar a la política vasca de su empantanamiento siguiendo lo que podría definirse como vía catalana: un acuerdo entre nacionalistas y socialistas al que el PP no tendría más remedio que adherirse aunque fuera a regañadientes.

La ensoñación, si existió, ha sido liquidada de un plumazo. La teórica virtualidad de las "Bases" elaboradas por los socialistas para atraer al tiempo a votantes nacionalistas y constitucionalistas se ha visto cortocircuitada por la decisiva intervención de Batasuna, que, al despejar de obstáculos el camino de la "Propuesta de Reforma de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi", ahonda la escisión política y social de Euskadi consagrada por el acuerdo de 1998 entre ETA, PNV y EA, y ratificada un mes después por el pacto entre PNV-EA y HB. Sin nombrar nunca a ETA, sin recordar para nada que los votos que han hecho posible que su plan siga adelante son votos de ETA, Ibarretxe ha reforzado desde el 30 de diciembre 1a unidad nacionalista más eficaz para un tramo decisivo del recorrido de su propuesta, el que la llevará hasta las próximas elecciones autonómicas sin necesidad de negociar nada con los socialistas.

Porque de aquí a mayo, Ibarretxe insistirá machaconamente, como es su costumbre, en que su propuesta ha sido aprobada no ya por el Parlamento, sino por la sociedad vasca en su conjunto; que él ha querido negociar su contenido con el Gobierno español; que ha tropezado con una negativa radical de quienes no aceptan decisiones adoptadas democráticamente por el pueblo vasco y que, por tanto, sólo tiene un camino: volverse a la misma sociedad vasca que aprobó su plan y preguntarle si se ratifica en su decisión. Si además consigue, como en Lizarra, una "tregua indefinida" de la organización terrorista, que ahora le ha prestado tres votos, convertirá las elecciones en un plebiscito por la paz cuyo resultado legitimaría la convocatoria de ese referéndum o de cualquier sucedáneo sin necesidad de exigir la disolución de la banda y la entrega de los arsenales que todavía pudiera conservar: le bastará con que los jefes de ETA anuncien la famosa tregua para darse por satisfecho. Lo que vaya a venir después le trae, de momento, sin mayor cuidado.

De ahí el endiablado dilema en que los tres votos de Batasuna -más el inveterado oportunismo de Izquierda Unida-Ezker Batua que algún día habrá de pagar- han colocado a los socialistas vascos: si refuerzan el carácter plebiscitario que el PNV pretende dar a las elecciones de mayo, malo; pero si abandonan la senda pacientemente recorrida desde el cambio de su secretario general, peor. Sí, es posible que el golpe de ETA y Batasuna prestando su apoyo al plan Ibarretxe haya desconcertado momentáneamente a Imaz; es posible. Pero lo seguro es que ha dejado a López con su estrategia arruinada: recomponerla exigirá tiempo y astucia. Y de lo primero hay poco, y para lo segundo apenas queda margen.

Arnaldo Otegui, en el Parlamento vasco.
Arnaldo Otegui, en el Parlamento vasco.

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