Palestinos a las urnas
Mahmud Abbas, líder de la OLP, sucederá mañana, según todos los pronósticos, al difunto Yasir Arafat como presidente de la autonomía palestina. El momento se considera especialmente definitorio para el proceso de paz, puesto que Israel, con el apoyo de Estados Unidos, se declara dispuesto a negociar tras la desaparición del rais, a quien culpaba de azuzar el terrorismo y de impedir el pronunciamiento democrático del pueblo palestino, pese a haber sido elegido en su día. Abbas siempre ha condenado la Intifada, que considera contraproducente para los intereses de los palestinos, ya que es la gran coartada de Israel para negarse a negociar.
Esto no significa que el domingo todo vaya a ser votar y cantar. La Autoridad Palestina considera que el censo de habitantes de los territorios ocupados con derecho a voto asciende a 1,8 millones; de ellos se han inscrito en el registro 1,1 millones, una cifra considerable habida cuenta de sus dificultades de movimiento. Aunque Israel ha prometido no interferir desde anoche en la movilidad de los palestinos en la Cisjordania ocupada, los problemas de transporte, el reducido número de colegios para votar, el boicoteo a los comicios anunciado por Hamás y otros grupos terroristas con la amenaza que ello implica, y el escaso interés de las autoridades israelíes en que un número crecido de árabes de Jerusalén Este -anexionada tras la guerra de 1967- haga uso de ese derecho, constituyen todo un muro que sólo una gran determinación de los votantes permitirá superar.
Significativo es que Abbas renunciara ayer a celebrar su último mitin en la parte árabe de Jerusalén, que los palestinos reivindican como capital de un futuro Estado, porque habría tenido que aceptar escolta israelí. El médico y candidato Mustafá Barguti, que los sondeos señalan como lejano segundo, fue ayer brevemente detenido cuando quiso visitar la urbe jerosolimitana e ir a la oración del viernes en la Explanada de las Mezquitas.
Si el presidente de la OLP logra atraer a los terroristas a una tregua, siquiera sea temporal, el líder israelí, Ariel Sharon, tendrá que mostrar su mapa, o la extensión de la retirada que, aun como oferta de salida, ofrece a cambio de la paz. En ese momento sabremos si importaba tanto que Arafat saliera de escena. La prognosis no puede ser alentadora: ayer seguía la carnicería de terror palestino y represalia israelí. Pese a todo, el voto constituye una mínima esperanza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.