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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Curvas para otra belleza

Leonardo da Vinci en el Parangón, donde explica la relación entre las artes, justifica que la pintura es más digna que la escultura porque mientras que el pintor no hace más esfuerzo que sujetar il lievismo pennello el escultor termina su obra con fatiga de cuerpo y totalmente infarinato. Queda así forjada la imagen de un arte que se realiza aplicando fuerza física sobre los más diversos materiales. Con el fin de apartarse de este estigma del trabajo muscular, frente al del pintor que, según Leonardo, se fatiga sólo de mente, los escultores, desde hace unos cuarenta años, han ido ampliando su campo de intervención, desbordando las convenciones del género para extender su trabajo hacia acciones, instalaciones, imágenes y conceptos, de tal manera que hoy la mayoría de los escultores apenas toma entre sus manos un escoplo, un cincel o una gubia. Lo que sorprende de algunos de los artistas que configuran la denominada "nueva escuela británica" es que muchos de ellos no se apartan de la fisicidad de los materiales, de las técnicas formadoras, de realizar obras con potente presencia física y de recuperar las cualidades de los oficios. El galés Richard Deacon (Bangor, 1949) está dentro de este escaso grupo de artistas que sirviéndose de técnicas como las de curvar y encolar listoncillos de madera o las del extrusado de chapas de acero, crea unas obras vanguardistas y novedosas que son una especie de laboratorio de materiales, técnicas y formas que sorprenden por lo insólito de los resultados.

RICHARD DEACON

Galería Distrito Cuatro

Bárbara de Braganza, 2 Madrid

Hasta el 22 de enero

En la exposición de Madrid

se muestran muy pocas obras, pero una muy compleja y, si se quiere, barroca, que está formada por una serie de grandes cintas curvas de madera, de formas voluptuosas, que parten de un eje torsionado. Unas pletinas de acero inoxidable, que se adaptan impecablemente a las complejas superficies de las cintas alabeadas, sirven de armadura rigidizadora, nos dan la medida del perfecto control sobre la forma que posee el artista. Las curvas de sus obras no representan ni imitan nada conocido, son formas autónomas que, si tienen un antecedente habrá que buscarlo en los escritos que en el siglo XVII elaboró otro artista británico, William Hogarth, cuando teorizó sobre la curva de la belleza.

'Infinity #27' (2004), de Richard Deacon.
'Infinity #27' (2004), de Richard Deacon.

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