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¿El peor de los tiempos, o el mejor?

Estados Unidos está en la cresta del poder y el prestigio. En unos días, gracias a su poder militar de alta tecnología, había depuesto a un tirano iraquí que amenazaba al mundo entero. El recientemente reelecto George Bush se siente ahora capacitado para revolucionar el sistema fiscal y rescatar el sistema de Seguridad Social. Con ayuda del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, el régimen republicano había invertido la recesión que siguió a la burbuja de 2001. Como en un cuento de hadas, todos nosotros (¡en cualquier parte!) podemos "vivir felices para siempre".

La anterior es una perspectiva, resumida, de la realidad actual. Contrastando crucialmente con ella, ofrezco aquí otra visión de la realidad:

1. Por culpa de una planificación ingenua y llena de fallos, la coalición de Bush está empantanada en el intento abocado al fracaso de establecer en Irak una democracia viable. Después de perder muchas vidas estadounidenses, y muchas más de civiles iraquíes, EE UU está predestinado a una futura retirada de Oriente Próximo similar a la retirada de Vietnam y Laos hace más de 30 años.

2. Después de que la mayoría republicana en el Congreso aceptara la aceleración de los elevados niveles de economía vudú al estilo Reagan propuestos por el presidente Bush, la enorme deuda exterior neta de EE UU y su enorme nivel de deuda pública en relación con la Renta Nacional Bruta sólo conducirán finalmente a una desordenada depreciación del dólar y a una quiebra federal autoinfligida como para hacer inevitable el desmantelamiento del Estado de bienestar creado en tiempos de Roosevelt y Kennedy.

Para saber cuál de estas dos perspectivas resultará la correcta, tendremos que esperar a que los historiadores económicos escriban relatos sobre los años 2005-2025. Sí, es probable que algún día una depreciación desordenada del dólar dispare al menos un pánico financiero mundial. Sí, la desigualdad seguirá creciendo en EE UU hasta que en el futuro se pudiera producir un cambio de rumbo en el electorado.

Ahora mismo, 50 de los principales economistas mundiales prevén que en 2005 ocurrirá algo como lo que sigue:

1. La renta nacional real de EE UU, corregida para tener en cuenta la tasa de inflación más probable de los precios al consumo, crecerá entre un 2% y un 4%. Para los habitantes de todo el mundo, esto significa que la locomotora estadounidense seguirá siendo la principal en funcionamiento.

2. ¿Qué se puede decir de China? Tras años de crecimiento real anual de casi dos dígitos que siguieron a la muerte de Mao, la familia media china sigue siendo pobre. Pero más de 1.000 millones de personas se han sumado para superar el PIB de Japón.

Lo que Washington quiere de China es lo mismo que sus vecinos quieren también de ella: a saber, que desvincule el yuan del dólar. El dólar estadounidense está ahora en una caída libre ordenada respecto al euro, el yen y el won coreano. Las políticas de la Reserva Federal fueron admirables para revertir la ligera recesión de Bush en 2001. Pero, por la célebre Ley de las Consecuencias Inesperadas, los 13 recortes de tipos efectuados por el doctor Greenspan -hasta llegar a sólo el 1%- tentaron a las familias consumidoras a refinanciar las hipotecas de sus viviendas. Y mira tú, pagando la misma mensualidad, podíamos casi doblar la cantidad pedida al banco, y así permitirnos un gran coche devorador de gasolina o unas vacaciones de invierno en el Caribe.

¿Un almuerzo gratis? Naturalmente que no. El principal activo de las familias de rentas medias para financiar su jubilación depende de la parte de su casa que uno tenga en propiedad. Ahora que la generación de la explosión demográfica está pronta a jubilarse, las tasas de ahorro estadounidenses han caído hasta aproximarse a cero. Pero no nos preocupemos. George Bush promete permitirles invertir parte de sus impuestos sobre la nómina en el casino de Wall Street.

Si, y sólo si los precios bursátiles fueran un beneficio seguro, la solución racional sería que el Tesoro estadounidense asumiera el déficit presupuestario y comprara el Índice S&P 500 para el Fondo de la Seguridad Social. En 2020, en nombre de nuestros jubilados, el Gobierno podría hacer efectivos esos beneficios bursátiles, y pagar las pensiones. Pero no mencionen algo tan sensato a los grupos de presión de Wall Street que ayudaron a financiar la victoria electoral de Bush en 2004. A veces, la economía cumple su reputación de "ciencia lúgubre".

© 2004, Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services, Inc.

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