Un esfuerzo contra la exclusión
En plena capital del Segrià, un barrio de 11.000 habitantes marginado de la vida social y con graves deficiencias urbanísticas
El barrio de la Mariola de Lleida, uno de los más deteriorados de la ciudad junto con el centro histórico, cambiará en cuatro años su fisonomía externa gracias a una serie de intervenciones urbanas y sociales que serán financiadas por la Generalitat, el Ayuntamiento y la empresa pública Adigsa. El Gobierno catalán aportará 5,5 de los 13 millones que costarán las actuaciones incluidas en el proyecto de intervención integral que los técnicos municipales han diseñado para el barrio.
La ley de mejora de barrios aprobada por la Generalitat para evitar riesgos de degradación y mejorar las condiciones de vida de sus residentes será una gran oportunidad para que la Mariola deje de ser el barrio pobre de Lleida, con un 15% de paro por encima de la media. Con las obras que se ejecutarán hasta el año 2008 se persigue, además de la mejora urbanística, una finalidad social.
Tres millones de euros para un equipamiento de actividad cultural y tecnológica
Polígonos de viviendas sociales uniformes, sin planificación alguna hasta los años sesenta
Localizado en la parte más occidental de la ciudad, la Mariola forma un polígono de 567.000 metros cuadrados, delimitado por las calles de Ferran el Catòlic, Bisbe Irurita, paseo de Ronda, Segrià, Pica d'Estats, Pius XII, Cardenal Cisneros y el camino de la partida de la Mariola. El barrio, que empezó a configurarse después de la Guerra Civil con viviendas de características muy sencillas, fue ganando espacio a la huerta para acoger las primeras oleadas migratorias de los años sesenta y, posteriormente, para realojar a muchas familias humildes del desaparecido barrio del Canyeret, en el centro histórico. A las casas baratas típicas de la época les siguieron las viviendas de la Obra Sindical y del Patronato de Casas Militares. Las promociones sindicales dieron lugar más tarde a los bloques Ramiro Ledesma, Santa Maria de Gardeny, Gaspar de Portolà y Juan Carlos.
Fue así como se consolidó un barrio de polígonos de viviendas sociales, morfológicamente uniformes, que no contó con una planificación urbanística seria hasta los años sesenta. El barrio está organizado en dos sectores de diferente titularidad: la zona sur es municipal, mientras que la del norte pertenece a la sociedad Adigsa. Un informe elaborado por el Ayuntamiento de Lleida señala que el 15% de los 409 edificios del barrio se encuentran en mal estado de conservación y el 77% no tienen ascensor. El estado de conservación y el grado de confortabilidad de la mayoría de las viviendas, muchas de las cuales no superan los 50 metros cuadrados, dejan mucho que desear. Actualmente, Adigsa es titular de 1.846 pisos, todos ellos construidos entre 1954 y 1972.
El problema de este barrio tiene poco que ver con la degradación irreversible que padece el centro histórico de Lleida, donde el Ayuntamiento está realizando desde hace más de 10 años una importante intervención quirúrgica. En cambio, en la Mariola las soluciones que se requieren son sociales y de cirugía estética.
La Mariola es un barrio de población relativamente joven, con niveles de formación básica muy bajos en comparación con el conjunto de la ciudad y con problemas de absentismo escolar graves. El 32% de sus 10.800 habitantes tienen menos de 32 años y sólo el 18,3% son mayores de 65 años. Pero últimamente se ha constatado un descenso progresivo de población, provocado posiblemente por las carencias estructurales de las viviendas del barrio, la composición social de sus habitantes y la marginalidad existente. Según datos municipales, la proporción de población gitana es muy elevada, en algunas zonas entre el 50% y el 70%. La población extranjera, mayoritariamente procedente de países latinoamericanos y de Marruecos, está aumentando y en este momento ya representa el 7,9%.
El barrio padece situaciones graves de pobreza, con un 3,28% de jubilados que subsisten con una pensión no contributiva, y problemas de desorganización familiar, integración social, toxicomanías, enfermedades crónicas y alcoholismo. La vida social y las interacciones son prácticamente inexistentes, debido en gran parte a la falta de actividades comerciales de proximidad, y los espacios públicos son poco utilizados por los vecinos por miedo a la inseguridad y a los comportamientos incívicos de jóvenes que sufren situaciones de exclusión.
Una de las obras urbanísticas más importantes del proyecto será la conversión de la calle de la Mercè en una gran rambla peatonal que se prolongará desde el Joc de la Bola hasta la plaza de Galícia. Esta rambla se reforzará con una promoción comercial de los alrededores de la plaza de Barcelona. Para ello, el consistorio propondrá a los vecinos de los bloques Juan Carlos y a Adigsa cerrar los bajos de los edificios a fin de instalar en ellos comercios de proximidad del tipo que más escasea en la zona y locales juveniles y de entidades asociativas.
El alcalde de Lleida, el socialista Àngel Ros, y la concejal de Urbanismo, Marta Camps, destacan la inversión de tres millones de euros en la construcción de un edificio emblemático, de uso cultural y tecnológico, que sustituirá al actual Calidoscopi y que está destinado a convertirse en un foco de atracción tanto para los vecinos del barrio como para los residentes en otras zonas de la ciudad. "Con este equipamiento cultural conseguiremos integrar la Mariola en la ciudad", señaló Camps.
El plan incluye otras actuaciones: pavimentación, mejora de la iluminación, señalización peatonal y semafórica, reforma de fachadas, plantación de árboles, instalación de seis ascensores en edificios, supresión de cables eléctricos y de telefonía, y eliminación de barreras arquitectónicas. También se arreglarán y ampliarán las zonas verdes, se instalarán parques infantiles y elementos deportivos en determinadas zonas, y en la plaza de Barcelona se construirá una ludoteca y se ampliará la caseta del Jardí del Primer de Maig, conocida como Chalet Rosa, para convertirla en un centro para actividades juveniles.
También se fomentarán medidas de sostenibilidad para el ahorro energético y el reciclaje, la creación de asociaciones de mujeres, programas de sensibilización sobre asuntos de discriminación por razones de sexo, estudios sobre hábitos de consumo e incentivos a la promoción comercial, actividades artísticas, un centro de promoción gastronómica gestionado por muejeres y jóvenes, la atención a jóvenes en situación de exclusión social y el apoyo a las comunidades de vecinos para la educación cívica.
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