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Entrevista:GÜNTER VERHEUGEN | Vicepresidente de la Comisión Europea para Empresa e Industria

"La deslocalización es inevitable y va a continuar"

Günter Verheugen, socialdemócrata alemán de 60 años, dejó en noviembre las relaciones internacionales, a las que ha dedicado toda su vida política, para asumir la vicepresidencia de la Comisión Europea con responsabilidades sobre la Industria y la Empresa. Su misión es infundir realismo a la hiperbólica Estrategia de Lisboa, aquella que en 2000 se propuso convertir a la Unión Europea en la zona con economía más dinámica del mundo en 2010. "No creo que sea posible alcanzar el objetivo de que la UE sea la economía más competitiva del mundo", reconoce. Verheugen renuncia a comparar la UE con Estados Unidos, pero mantiene el objetivo de crear crecimiento económico y empleo. "La cuestión es si somos lo suficientemente buenos para conservar los niveles europeos de prosperidad, estabilidad y seguridad".

"La cuestión no es si hay que ser mejor que EE UU, sino si somos capaces de conservar los niveles de prosperidad, estabilidad y seguridad europeos"
"Los cambios en la estructura demográfica es la tendencia económica más importante en Europa, con consecuencias de muy largo alcance"

El actual vicepresidente fue en la Comisión de Romano Prodi el comisario encargado de la Ampliación y quien recomendó el visto bueno a la apertura de negociaciones con Turquía. Con la decisión de los líderes europeos de seguir su consejo da por terminado un trabajo para centrarse en otro crucial para el futuro de la UE: reactivar su economía. El camino, tanto de la adhesión turca como de la recuperación económica, no está exento de incertidumbres.

Pregunta. ¿Llegará Turquía a ser miembro de la UE?

Respuesta. Es un proceso abierto con muchas incertidumbres. El problema será la ratificación, que será con 28 Estados [los Veinticinco actuales más Bulgaria, Croacia y Rumanía], y el resultado no se puede prever. Es un asunto muy delicado que puede ser fácilmente empleado en política interna. Si se llega a firmar un tratado de adhesión significará que se ha conseguido lo más importante, que el proceso de reforma económica y política en Turquía sea irreversible. Con esa Turquía diferente será posible encontrar soluciones.

P. ¿Y cambiar la idea de las opiniones públicas de Francia y Austria, que van a votar en referéndum?

R. Sí. En ampliaciones previas también hubo hostilidad, especialmente en Austria. La gente no quiere a Turquía por una sola razón: que millones de turcos vengan y se queden con los puestos de trabajo. Eso no va a ocurrir.

P. Cuando se formó esta Comisión, los liberalizadores partidarios de reformas económicas en profundidad le señalaban a usted como el intervencionista que había llegado para frenarlas.

R. La Comisión Europea tiene una clara política de liberalización y desregulación desde hace décadas. El éxito de esa política es obvio y va a ser seguir. Es la estrategia de la Unión Europea para crear crecimiento y empleo. La recuperación económica, además, debe basarse en el desarrollo sostenible.

P. Ésos son los instrumentos de la Estrategia de Lisboa ¿En qué estaban ustedes pensando cuando firmaron ese objetivo inalcanzable?

R. La Estrategia de Lisboa fue idea de la presidencia portuguesa, con el apoyo crucial de la Comisión. No se puede entender sin pensar en la situación política y económica del año 2000. No se podía imaginar entonces lo que pasaría un año después en Nueva York y cuatro años más tarde en Madrid. La economía estaba en alza en todo el mundo, las bolsas también, la nueva economía, la tecnología... Luego todo cambió. Muchos factores externos han contribuido a que no hayamos conseguido el objetivo. Pero también hay factores internos.

P. ¿Cuáles?

R. El principal es que la Estrategia de Lisboa está sobresaturada: 28 objetivos principales, 120 objetivos secundarios, 117 indicadores, 300 informes. Eso no es manejable. Lo segundo es que no hubo una división de responsabilidades entre las instituciones europeas y los Estados miembros. No se puede decir que la Estrategia de Lisboa se haya convertido en un programa nacional en los Estados miembros.

P. ¿Entonces?

R. Lo que hay que hacer es concentrarse en el núcleo: crecimiento y empleo. Lo he discutido con los sindicatos y les he dicho que es lo mejor que pueden esperar, que haya una clara estrategia para crear empleos mejores y más seguros. La idea liberal es que la clave para lograr más crecimiento y empleo es ser más competitivo. Competitividad no es un término técnico, es un concepto político y económico. Significa que se acepta la competencia como el elemento básico de la economía moderna. Y si se acepta eso, se acepta un mercado abierto y libre, la reducción de los agentes del Estado y públicos.

P. ¿Cómo va a ser la redefinición de la Estrategia de Lisboa, prevista para finales de enero?

R. Uno de los objetivos centrales del plan será completar el mercado interior, cuyas directivas no están completamente pasadas a las legislaciones nacionales. Todavía no se puede aprovechar todo el potencial del mercado interno, con 450 millones de consumidores.

P. ¿Y cómo se van a crear crecimiento y empleo?

R. Hay que identificar las áreas necesarias para mejorar la competitividad de la economía europea. En primer lugar con una mejor regulación: reducir trabas administrativas. Simplificar la legislación. Hacer estudios de impacto, para saber cuáles son los efectos en la economía de una propuesta legislativa determinada. Otro elemento es la innovación. En Europa tenemos un problema en la transferencia de conocimiento a innovación. Nuestro conocimiento y capacidad de investigación son excelentes. Los americanos son mejores en transformar los resultados de la investigación en actividad económica. Habrá un gran programa de innovación y competitividad dirigido en esencial a las empresas medianas y pequeñas, porque más del 99% de las empresas europeas son pymes. Con la concentración del gasto en crecimiento y empleo podemos incrementar la eficacia de los fondos estructurales [esencialmente para regiones por debajo del 75%] y de cohesión

[para países por debajo 90% del PIB medio].

P. Hay países que proponen una redistribución de esos fondos a favor de los de la ampliación en detrimento de los antiguos.

R. Yo no quiero eliminar el principio de la solidaridad europea. Necesitamos la convergencia y ayudar a las regiones menos desarrolladas. Pero tenemos que hacerlo de modo que tenga un efecto directo y mensurable en crecimiento y empleo, lo que ahora no es siempre el caso. Lo mismo se aplica a la investigación, que debería concentrarse en área con gran potencial de crecimiento económico: mercado sanitario, turismo y educación. Naturalmente también habrá que buscar soluciones para industrias que se enfrentan a una competencia global muy dura. Industrias que Europa necesita como base industrial y por motivos estratégicos: todo lo que tiene que ver con movilidad, con comunicaciones, con biotecnología...

P. Pero el tren tan altisonante de ser "la economía más competitiva" se ha perdido.

R. No creo que en 2010 sea posible alcanzar el objetivo original de Lisboa, el ser la economía más competitiva del mundo. Es un umbral que tiene un alto valor simbólico, pero en realidad no importa mucho. Lo realista es cambiar la tendencia. Para mí no es importante ser mejor que los americanos en 2010. La cuestión ni siquiera es si hay que ser mejor que los americanos. La cuestión es si somos lo suficientemente buenos para conservar los niveles europeos de prosperidad, estabilidad y seguridad.

P. Con la presión de Estados Unidos, por un lado, y de Asia,por otro.

R. Eso no es nuevo. Ahora, la gente es ya consciente de los efectos de la globalización. Los políticos deben decir la verdad y explicar que es el resultado que pretendíamos con las políticas que hemos seguido durante años para abrir los mercados mundiales. Ha sido beneficioso para la economía europea. La tendencia global es que la competencia será más fuerte en el futuro.

P. ¿Y con ella la deslocalización?

R. Es inevitable y va a continuar. La deslocalización no es un resultado de la ampliación, sino de la globalización. Todos los estudios que he visto dicen que la globalización ha producido más empleo en Europa del que se ha perdido por la deslocalización.

P. La alternativa para competir pasa por la innovación y la investigación, donde de nuevo Estados Unidos está muy por delante de nosotros.

R. De ahí que necesitemos un programa fuerte de innovación e incrementar la investigación. No sólo pública y privada, sino europea. Por eso defiendo las propuestas que prevén un muy fuerte incremento del gasto en investigación a escala europea.

P. En los próximos meses se van a juntar las discusiones de tres grandes planes de actuación económica: la reactivación de la Estrategia de Lisboa, el proyecto para flexibilizar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y el debate sobre las Perspectivas Financieras (Presupuestos) de 2006 a 2013.

R. Son cuestiones separadas, pero una estrategia para el crecimiento y el empleo no puede funcionar si no se tienen políticas macroeconómicas bien fundadas. Será más fácil encontrar soluciones a los problemas si se discuten las tres cuestiones al tiempo. La necesidad de cambios estructurales es evidente porque nadie puede negar los cambios en la estructura demográfica. Es la tendencia económica más importante en Europa, con consecuencias de muy largo alcance. El sistema de seguridad social está basado en unos supuestos demográficos completamente diferentes y debe ser adaptado. Es obvio.

P. ¿El modelo americano no es de recibo?

R. No es justo comparar la renta per cápita de Estados Unidos y Europa, porque en el caso del americano hay que deducir lo que la familia debe pagar por la educación de los hijos, a los fondos de pensiones, por el seguro sanitario si es que lo tiene... ¿es ese el modelo que queremos? Lo dudo. Lo que vemos en Europa es una clara tendencia: la gente debe asumir más responsabilidad por su propia seguridad social, pero no es posible ni deseable un cambio completo en el sistema. El sistema europeo debe ser ajustado para tener en cuenta las nuevas tendencias, pero decir que hay que olvidarse de la idea de solidaridad, uno de los principios más importantes, es algo que no comparto. Quizá suena antiguo, pero ni los liberales que yo conozco defienden ese cambio tan radical.

Günter Verheugen, durante una conferencia de prensa en la sede de la Comisión en Bruselas.
Günter Verheugen, durante una conferencia de prensa en la sede de la Comisión en Bruselas.ASSOCIATED PRESS

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