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Columna
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Excepciones

A una amiga le han dado un tirón del bolso y la han arrastrado unos metros a lo largo de la sutil valla de plástico verde que recorre la ciudad alrededor de las obras. No es la primera mujer a la que le ocurre eso, pero como estos días son especiales, y las credulidades andan sueltas, ella no dudó un momento en lo que debía hacer y acertó; su reacción fue tan excepcional como las miles de bombillas que alimentan los eternos sueños infantiles, la eterna esperanza de los jóvenes y la nostalgia de quienes ya no se creen eternos pero están dispuestos a recibir lo que llegue con buen temple, o, como se dice ahora, con una actitud positiva.

Y como contra el deseo no hay quien pueda y como estos días se repiten sin cesar muchos sueños que hacen bajar a la realidad y muchas realidades que ayudan a subir al sueño, pues son fechas que andan apretadas de emociones y a veces nos dejan el sentir en carne viva; si además hay una agresión por en medio para conseguir un bolso, una se puede quedar con sensación de estúpida por llevarlo, negra si dentro había algo de valor, irritada porque pudo ser alguien que lo necesitara, y furiosa por la agresión física que es siempre gratuita y deja el ánimo por los suelos. Como además ha ocurrido en Navidad y ha terminado en Urgencias hubiera podido ser la hecatombe; pero mi amiga es tan rápida y tiene la cabeza tan bien puesta que no lo dudó un segundo: cuando se vio en el suelo, para no ponerse perdida ni clavarse algún adoquín suelto, encogió las piernas casi instintivamente; una vez en postura de agachada horizontal, aprovechó para estirar de nuevo las piernas pero esta vez de golpe, elevándose en un ángulo de 60º, y asiendo la pierna del atracador por la corva. El atracador, que corría a pie porque en Navidad y con una señora no hace falta ni una moto, se cayó de bruces mientras su amigo salía corriendo sin mirar atrás; mi amiga también cayó de nuevo, pero esta vez encima del sujeto que la había arrastrado por el suelo y que ahora la empujaba con tanta fuerza hacia arriba que en un momento se vio de pie y con su bolso en la mano; momento que aprovechó para darle con él en la cabeza. Excepcional. Estos días recibe a sus admiradoras y admiradores en su silla de ruedas.

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