Confidencias sobre los explosivos
La Guardia Civil reconstruyó en Madrid todos los avisos de sus confidentes en la trama asturiana de la dinamita del 11-M
El aviso en 2001 del confidente de la Guardia Civil Francisco Javier Lavandera, Lavandero, sobre la trama de explosivos asturiana, fue invocado por primera vez en la comisión de investigación del 11-M por el ex general de Asturias Enrique Laguna el pasado 15 de octubre. Sus subordinados, sin embargo, habían revelado la confidencia de Lavandero a la dirección del instituto, a través del servicio de Información y Policía Judicial, en una reunión celebrada en Madrid unos seis meses antes: a finales de abril. En ella, mandos del servicio de Información, de la Unidad Central Operativa (UCO) y de la comandancia de Oviedo pusieron en común todos sus datos sobre sus confidentes, avisos y pesquisas sobre la trama asturiana de los explosivos. Y reconstruyeron el siguiente relato.
Lavandero acude en 2001 a la Guardia Civil porque la policía no le da crédito
La Comandancia de Oviedo conoce en 2002 que Toro oculta 100 kilos de dinamita
El informe enviado al Congreso por la Guardia Civil omite los soplos de 2001 y 2002
- En julio de 2001, conocen por la prensa que la Policía ha detenido a 20 personas por narcotráfico -Operación Pipol, en Asturias-. Entre ellos están José Emilio Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro, implicados posteriormente en el 11-M en relación con el suministro de los explosivos al comando islamista. Conocen también que se intervienen armas y explosivos en el domicilio de uno de los detenidos.
- El 26 de agosto, por la noche, se recibe en la comandancia de Gijón una llamada telefónica de Lavandero, empleado del club Horóscopo. Comunica que le han ofrecido explosivos, y que la información se la había facilitado ya a la policía con anterioridad a la Operación Pipol. Lavandero explica que quien intenta tal venta de dinamita es un cliente del club que vende coches usados.
- El 28 de agosto, un miembro del servicio de información de Gijón cita a Lavandero. Éste detalla cuanto sabe: un cliente del club, Antonio Toro, le preguntó meses atrás quién podría estar interesado en comprar explosivos. Lavandero no le cree. Hasta que un día le abre el maletero de su vehículo. Su contenido fulmina su incredulidad: casi 50 kilos de dinamita Goma 2 y detonadores. Lavandero se inquieta y delata todo a la Policía. Pero los agentes del cuerpo hermano no le prestan demasiada atención, se lamenta Lavandero ante su interlocutor de la Guardia Civil.
Días después, un policía informa a Lavandero de que Toro ha sido detenido en la Operación Pipol, con intervención de droga y explosivos. Lavandero cree que su información ha sido eficaz. Pero en su cita con el miembro del servicio de información de la Guardia Civil, Lavandero aporta otro dato: días después de que alertara a la Policía sobre la oferta de explosivos de Toro, recibe la visita en el club Horóscopo de una persona que dice ser socio de Toro. Lavandero teme una venganza por su delación. Pero el socio lo que en realidad quiere es venderle un automóvil Saab modelo 9000. Y, sobre todo, le ofrece un negocio más delicado: quiere vender 400 kilos de Goma 2 de forma urgente. La Unidad de Policía Judicial de Gijón, tras conocer esta información, realiza "numerosas gestiones" para identificar a los miembros de esta banda de venta de explosivos, según su relato. Todo inútil. La Guardia Civil de Gijón achaca su fracaso a la falta de colaboración de Lavandero, que no quiere nuevos contactos ni aportar más datos. Sostiene que ha perdido el rastro de la trama porque su enlace, Toro, se halla en prisión. La Guardia Civil vigila sin éxito el taller de coches Automóviles Miguel, en la sospecha de que es una tapadera de venta de coches para introducir droga desde Galicia. Ante la falta de progresos, la comandancia de Gijón pone punto final a sus pesquisas.
- El 19 de septiembre entra en escena el segundo confidente de la Guardia Civil que alertaría de la trama asturiana de explosivos: Rafá Zouhier. Es detenido en una operación tras ser atracada una joyería en Pola de Siero por su banda, y de la que él mismo había ofrecido datos. También es apresado Rachid Aglif, posteriormente relacionado con el suministro de los explosivos del 11-M.
- En noviembre, según admitirían los representantes de la UCO, hablan por primera vez con Zouhier, quien les ofrece información a cambio de beneficios penitenciarios. El encuentro se produce en la prisión de Villabona (Asturias). Y revela variadas pistas. Delata la existencia de una red de discotecas y pubs en Madrid donde se ocultan armas. El dato es trasladado por la UCO a la comandancia de Tres Cantos, que, tras varios meses de investigación, detiene a 13 personas, incluido el propio confidente. La Guardia Civil requisa seis armas cortas, munición y droga.
- En 2002, Zouhier suministra una segunda y muy precisa información sobre una banda que asaltaba joyerías en Madrid con sistemática técnica: rotura del cristal con un mazo, robo de las joyas y huida en moto. La delación de Zouhier es decisiva: al cabo de unos meses, la Guardia Civil de Madrid detiene a 11 integrantes de esta banda, incluidos los receptadores de la mercancía. Quedaban esclarecidos 14 robos.
- En enero de 2003, Zouhier, empieza a arrojar pistas de hechos mucho más graves. Establece contacto con la UCO. Su mensaje es explosivo: Un tal Emilio [Suárez Trashorras] busca personas que quieran comprar Goma 2 sustraída de un depósito de explosivos donde trabajó como encargado o vigilante. Oculta 150 kilos de dinamita enterrados en las cercanías de Oviedo. Su cuñado, Toro, posee un negocio de venta de coches usados en Piedras Blancas -el mismo ya investigado por la Guardia Civil de Asturias a raíz de la delación de Lavandero dos años antes-, y se dedica al narcotráfico. Zouhier apunta que Toro podría proporcionar información precisa sobre la trama de explosivos. La UCO intenta verificarlo.
Paralelamente, un informante no identificado había revelado el 10 de octubre de 2002 al servicio de Policía Judicial de la Comandancia de Oviedo que Toro tenía 100 kilos de dinamita enterrados en un monte, y que buscaba comprador. También poseía una ametralladora, una pistola y una recortada. Luego ampliaría esta información: Suárez Trashorras, jubilado de la mina de Caolín, había robado, algo menos de un año antes, 200 kilos de Goma 2. La Policía sólo recuperaría dos cartuchos y 96 detonadores en la Operación Pipol. El confidente afirma que Trashorras está loco y que los explosivos podrían estar ocultos en Cogollo-Las Regueras. Días más tarde, agentes de la comandancia de Oviedo vigilan los domicilios de Suárez y de Toro y de un tercer sospechoso en Avilés, y realizan seguimientos de los implicados. Rastrean la zona de Cogollo y las posibles propiedades inmobiliarias de esta trama agentes de la comandancia de Gijón. Frena su celo investigador el hecho de que algunas de las fincas sospechosas de ocultar explosivos ya habían sido inspeccionadas por la Policía por expertos artificieros.
- El 20 de febrero de 2003, Zouhier mantiene un nuevo contacto con agentes de la UCO. Revela que Toro y Suárez Trashorras intentan hallar compradores para la Goma 2. Exigen un precio de un millón de pesetas por 2,5 kilos de dinamita o su trueque por un kilo de cocaína. La UCO vigila un encuentro entre Zouhier y Toro para verificar el aviso. La UCO notifica tal asunto a la Comandancia de Oviedo. El capitán de la Policía de Judicial de la comandancia, al ver confirmada por dos vías las alarmas sobre venta de explosivos en Asturias, se entrevista con los fiscales de Avilés. Les informa del alcance de sus sospechas. Pide pinchazos telefónicos y registros domiciliarios. Los fiscales rechazan de plano su pretensión. Argumentan que no es posible obtener mandamientos judiciales. Para quebrantar derechos fundamentales se necesitan indicios de criminalidad, y los agentes no los aportan. Sólo ponen sobre la mesa la información de unos confidentes que, por añadidura, exigen permanecer en el anonimato.
La Guardia Civil opta por orientar su investigación hacia el narcotráfico. Presume que en este campo será más fácil hallar "indicios racionales" dado que es la principal actividad ilícita de los sospechosos. Investiga con ahínco las posibles vías de comunicación de los delincuentes, pero nunca da con los "teléfonos calientes" que busca. Vigilancias y seguimientos no aportan mayor progreso. La UCO plantea que si su confidente, Zouhier, les da nuevas informaciones que hagan posible solicitar registros domiciliarios, trasladará la información a sus colegas de Asturias. A partir de aquí se suceden los contactos con el confidente. Casi uno por mes. Zouhier dosifica la entrega de datos: identifica a narcotraficantes o a receptadores de joyas. Pero la investigación de sus nuevas pistas no da frutos.
- En junio de 2003, a iniciativa propia, agentes del puesto de la Guardia Civil de Piedras Blancas -la enésima intervención del instituto sobre el mismo núcleo dinamitero sospechoso, tras las actuación de las comandancias de Oviedo, Gijón, sus servicios de Información y Judicial y la UCO- detiene a Toro por narcotráfico. Se le intervienen 150 gramos de cocaína (posteriormente se localiza un kilo más), un kilo de hachís y una báscula de precisión para su negocio. Entretanto, mantienen contactos periódicos Zouhier y la UCO para operaciones diversas hasta el 11-M. Cuando la Guardia Civil, a través de la Junta de Coordinación ministerial, es informada de que la Policía intenta localizar a Zouhier, miembros de Información y la UCO detienen a Zouhier.
Todo este relato de hechos fue elevado en forma de informe interno a los responsables del servicio de Información y Policía Judicial de la Guardia Civil en abril de 2004, para su traslado a la dirección del instituto y posterior remisión a la comisión del 11-M. Sin embargo, cuando esta información llega a la comisión del 11-M, 'Informe de la Guardia Civil de Asturias sobre las investigaciones en la región acerca del tráfico de estupefacientes y su vinculación con el tráfico de explosivos y con los presuntos responsables de colaborar en el atentado del 11-M', buena parte de ella resulta omitida.
En concreto, el relato de avisos sobre la trama asturiana de los explosivos en este informe parte de las denuncias de Zouhier a la UCO en febrero de 2003, cuando en la reunión interna celebrada en abril de 2004 los mandos de Información y Policía Judicial de Oviedo habían detallado que sus primeros soplos no partieron de dicho confidente, sino de la delación facilitada por Lavandero a miembros de dicha comandancia asturiana dos años antes, entre agosto y noviembre de 2001. El escueto informe, número 137, enviado al Congreso de los Diputados -folio y medio- tampoco alude a que el 10 de febrero de 2002, por una vía distinta de Lavandero y Zouhier, la Policía Judicial de la Comandancia de Oviedo recibió otro aviso sobre 100 kilos de dinamita. La fiscalía asturiana investiga estos hechos.
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