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Una exposición muestra los principales hallazgos de la arqueología submarina ligados a Euskadi

Los naufragios han ido convirtiendo el fondo marino en un gran cofre cuyos tesoros ayudan a conocer la historia marítima y el patrimonio ligado a ella. Valiéndose de la llave de la arqueología submarina, el Museo Naval de San Sebastián exhibe una muestra de diferentes restos desde la antigüedad hallados bajo las aguas del litoral vasco, unos objetos que hablan de la presencia romana, de los intercambios comerciales y de aspectos como la tecnología naval. La exposición recoge también referencias a los pecios de barcos vascos localizados en otros mares.

Bajo el título La memoria sumergida. Arqueología y patrimonio subacuático vasco, la muestra se presenta hasta el próximo 4 de marzo como un periplo por los yacimientos más importantes del Golfo de Vizcaya. Así, recala en el Cabo de Higer, en Hondarribia, donde en 1961 se localizó una serie de cerámicas romanas. Las vitrinas del Museo Naval lucen restos de ánforas que se remontan hasta el siglo I antes de Cristo.

La exposición se detiene luego en la bahía de La Concha. Sus fondos guardaban, sobre todo, objetos de las guerras carlistas y de la Guerra Civil, como restos de cañones. Este apartado incluye una copa de vidrio que pertenecía a la vajilla del Azor, yate del dictador Franco.

El viaje por el litoral salta a Orio, donde entre los siglos XVI y XVIII naufragaron algunos barcos cargados de mineral de hierro y lingotes ya manufacturados. La bahía de Getaria fue testigo del hundimiento de un mercante portugués en 1524. El estudio de sus restos ha servido para conocer mejor el tráfico de esclavos de la corona lusa. En la muestra se ven los calderos y manillas que portaban y "con los que compraban hombres", explica la arqueóloga de Aranzadi Ana Benito. En Gernika se encontró un barco medieval que aún se está investigando.

La memoria sumergida recuerda también que los barcos de firma vasca hundidos por los mares del mundo son numerosos, ya que una buena parte de las naves que participaron en los descubrimientos geográficos hispanos, en la Carrera de Indias o en las pesquerías trasatlánticas se construyeron en el Cantábrico oriental.

La exposición llega acompañada por un libro de 215 páginas, salpicadas de abundante material gráfico y en las que nueve investigadores analizan con detenimiento el patrimonio submarino vasco.

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