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Reportaje:

La nueva Europa enfila su futuro

La ratificación de la Constitución, el reparto de los fondos y la negociación con Turquía, retos de la UE para 2005

Carlos Yárnoz

Pocos años como el que termina han sido tan fructíferos para el proyecto de construcción europea. Desde la mayor ampliación de la UE hasta la aprobación de la Constitución europea y la luz verde a las negociaciones de adhesión con Turquía, pasando por la primera gran operación militar en Bosnia, las elecciones al Parlamento Europeo o la nueva Comisión, los acontecimientos registrados este año han configurado una nueva Europa del futuro que tiene ahora por delante unos retos inmediatos para superar "la triple crisis" de la que han hablado los expertos: su reforma interna, la definición de sus objetivos políticos y económicos en el nuevo contexto internacional y la limitación de sus fronteras últimas.

Numerosos expertos afirman que la Unión se halla en un "viraje decisivo de su historia"

"Durante siglos, la historia de Europa ha sido una historia de enemigos y de conflictos. Hoy es una historia de amigos y socios", ha señalado el presidente actual de la Unión, Jan Peter Balkenende, primer ministro holandés, al referirse a la unificación europea que supuso la llegada al club en mayo pasado de nuevos países de Europa Central y del Este, firmantes ya de la primera Constitución común. Para Balkenende, como para el actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, la etapa actual de la UE muestra "el enorme éxito" del proyecto europeo.

Numerosos expertos y diplomáticos sostienen que la Unión se encuentra en un "viraje decisivo de su historia", como sostiene el ex ministro francés Dominique Strauss-Kahn, quien dirigió en primavera un trabajo para la Comisión Europea con propuestas sobre el futuro de la UE para responder a la pregunta clave: "¿Cuál es el proyecto para la Europa de mañana y cuál será su límite geográfico?".

Europa está poniendo ahora los cimientos para responder, pero el camino es complejo, no exento de graves peligros para el porvenir de la Unión. La ampliación de la UE, en mayo pasado, a diez países más, y pronto a Bulgaria, Rumania o Croacia, es ya una buena parte de la respuesta, pero la Unión tiene pendiente digerir la inclusión de esos países menos desarrollados, con historias y culturas variadas.

Frente a la permanente acusación de que las instituciones europeas no funcionan bien, la Constitución europea ofrece también alternativas, incluido un nuevo reparto de poder, un ministro europeo de Exteriores o un presidente estable en la Unión para poner fin a las presidencias semestrales. El proceso para que los Veinticinco ratifiquen ese Tratado constitucional no ha hecho más que comenzar, y se presenta problemático.

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Lituania fue el primer país en ratificar el pasado noviembre por vía parlamentaria el nuevo Tratado de la UE. El 20 de febrero, España será el primer país en pronunciarse por referéndum, la vía que también ha sido elegida hasta ahora por otros 10 países. Entre ellos, están Dinamarca y Reino Unido, los dos únicos donde el apoyo ciudadano a la Constitución no llega al 50%, según el último Eurobarómetro difundido en Bruselas el pasado día 10.

Si algún país rechaza el nuevo Tratado y al menos 20 lo ratifican, será el Consejo Europeo (cumbre de jefes de Estado y Gobierno) el que decida qué hacer. La Constitución deja la puerta abierta, sin duda porque la magnitud del problema dependerá de qué país opta por no ratificar.

Como coinciden todos los consultados en Bruselas, la UE encontrará con facilidad una salida si se desmarca algún pequeño país, tendrá más dificultades si lo hace Reino Unido, y no habría opción alguna si fuera un país como Francia el que rechazara la Carta, una hipótesis que se desvaneció con alivio cuando los socialistas franceses despejaron su incógnita hace dos semanas y optaron por apoyar el futuro Tratado.

Para la Comisión, la ratificación de la Constitución será "un objetivo prioritario", como ha señalado Barroso, quien ha prometido planes especiales para dar a conocer un texto hasta ahora sólo conocido en España, por ejemplo, por un 15% de los españoles. La baja participación en los referendos es uno de los problemas a los que se enfrenta la UE, a la vista de la baja afluencia de votantes en las elecciones europeas de junio (una media del 45,6%).

El Ejecutivo comunitario, sin embargo, considera que la "prioridad absoluta", como la denomina Barroso, debe ser lograr un mayor nivel de crecimiento en Europa, una vez comprobado que el motor está bloqueado. El producto interior bruto (PIB) de Alemania no alcanzará este año el 2% de crecimiento, un porcentaje que también rozará la economía de la zona euro, más de un punto por debajo de la previsión para Estados Unidos, cuya competitividad y productividad sigue muy por encima de la europea.

Por eso, la obsesión de Barroso es reactivar los llamados objetivos de la cumbre europea de 2000 en Lisboa, donde la UE se fijó la meta de convertirse en 2010 en la economía más competitiva del mundo. A medio camino, en marzo de 2005, la Unión se ha propuesto hacer un mea culpa porque algunos importantes objetivos, como lograr una tasa de empleo del 70%, no podrá cumplirlos.

En el terreno económico, no obstante, la batalla de los próximos meses será la negociación de las próximas perspectivas financieras o marco financiero de la UE para el periodo 2007-2013. España es el país que más se juega, porque corre el riesgo de perder, como mínimo, el 30% del maná de los fondos estructurales europeos. Los países contribuyentes netos, como Alemania, Holanda o Suecia, quieren que esas ayudas se concentren sólo en los nuevos países incorporados a la UE. Para España, su opción negociadora pasa por un pacto con el eje franco-alemán.

El segundo país con más dinero en juego es el Reino Unido, porque todos los demás están empeñados en la desaparición del cheque británico, que supone anualmente unos 4.500 millones de euros para Londres. Las previstas elecciones británicas en mayo enturbiarán la negociación, que debiera concluir en junio. De no ser así, se postergarán a comienzos de 2006, porque el segundo semestre de 2005, con la UE bajo presidencia británica, se da por perdido a ese respecto.

Junto con la ratificación de la Constitución, el debate en el campo político que ha levantado pasiones, y también miedos, en Europa ha tenido su origen en la decisión de los Veinticinco de abrir las puertas a Turquía con unas negociaciones de adhesión que comenzarán el 3 de octubre de 2005. Pocos acuerdos en la UE han encontrado tanto rechazo en las opiniones públicas europeas. Y, sin embargo, ninguna otra iniciativa de la Unión puede acabar aportando más estabilidad a Europa y al mundo.

Los desafíos son enormes y, por eso, hay una crisis latente, pero, como señala Strauss-Kahn en su informe, "en contra de algunas afirmaciones catastrofistas, esta crisis no anuncia la muerte de la Unión, no apunta a un pesimismo sobre su futuro; es todo lo contrario, porque es el resultado de la formidable aceleración de la construcción europea, y, por tanto, es, de entrada, una promesa de vida".

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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