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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bocados divertidos y alegorías del chocolate

EL RACÓ D'EN FREIXA, la ambiciosa cocina creativa de Ramón Freixa en Barcelona

A muchos aficionados les resulta sorprendente que un cocinero de la envergadura de Ramón Freixa se encuentre en un segundo plano dentro de la cocina catalana de vanguardia. A sus 33 años, sin embargo, ha logrado algunas de las aspiraciones que harían feliz a cualquier profesional del oficio: posee un restaurante de éxito en Barcelona; asesora a la cadena Paradis (Erreefe), en el complejo madrileño de la Casa de América, y dirige el lujoso restaurante Mesana, en el hotel Guadalpín de Marbella.

En su trabajo, Freixa derrocha técnica y un entusiasmo sin límites. Hasta tal punto que, en su afán por llegar más lejos, tiende a caer en el recargamiento. Son tantos los ingredientes que atiborran algunas de sus propuestas que a veces resulta difícil encontrar el centro de gravedad de cada plato. Ése es su gran defecto, el exagerado barroquismo de sus montajes, en los que se superponen lo sensato con lo chocante en un alarde de buena voluntad y desmesura. No hay que rebuscar mucho en su carta para encontrar sugerencias a las que les sobran cosas. Que un delicado taco de lubina se acompañe de una menestra es absolutamente lógico. Cuando además el mismo pescado se adorna con unos callos ligados con yema de huevo, el conjunto se descompensa, aunque por separado cada cosa esté suculenta. En la misma línea están los bocaditos de patatas chips rellenos de buey de mar, a los que no les pega nada el helado de hinojo y vainilla con que se adornan. Hipérbole gastronómica que revela un sentido de la creatividad equivocado, y que, pese a todo, Freixa ha moderado en los últimos tiempos.

EL RACÓ D'EN FREIXA

Sant Elíes, 22. Barcelona. Teléfono 932 09 75 59. Cierra domingos y lunes. Precio medio, entre 60 y 90 euros. Menú corto, 55. Menú degustación, 61. Gran menú, 91 euros. Arroz caldoso con vino tinto y pichón, 20. Morro de bacalao a la brasa con aceitunas, 23. Meloso de ternera, 20. Pastel caliente de chocolate blanco, 10.

Pan ... 8

Café ... 8

Bodega ... 8

Ambiente ... 8

Servicio ... 7,5

Aseos ... 8

Reproches al margen, hay que proclamar que El Racó d'en Freixa posee especialidades brillantes. Como muestra, algunos de sus aperitivos: calamar con berenjena y buñuelo de romesco; espinacas con ostras con compota de manzana al limón, y los boletos con trufa, caracoles y panceta de cerdo. Bocados divertidos en los que se conjugan diversas texturas. Resulta correcto el canelón de hígado de pato con quinoa e higos, y demasiado bravía la carrillera guisada, que se acompaña de una polenta (maíz) deliciosa.

Bajo la atenta mirada de Dori Freixa, madre de Ramón, el servicio de sala se mueve como una maquinaria de relojería. Por supuesto, los pequeños aperitivos y las golosinas de sobremesa son de una generosidad apabullante.

El Racó d'en Freixa, en Barcelona.
El Racó d'en Freixa, en Barcelona.CONSUELO BAUTISTA

PERFECCIONISMO EN POSTRES Y PANES

RAMÓN FREIXA destaca por sus conocimientos de pastelería y por su debilidad por el chocolate. Posee una gran técnica y un afán de perfeccionismo irrenunciable. De hecho se puede definir como un cocinero especializado en dulces. Los habituales saben que entre los postres y las fruslerías de sobremesa se concentran algunos de los mejores argumentos del establecimiento. Una propuesta insoslayable, aunque barroca, es su versión del chocolate 2004.5, que reúne en un plato alegorías de los cuatro puntos cardinales (el Norte, representado por un bizcocho de chocolate con frambuesas; el Sur, por chocolate y café para mojar...). Otras sugerencias dulces son el pastel caliente de chocolate blanco, así como la sopa de mango con helado de lavanda. Postres en los que también priva la desmesura. En cambio, no convence la cabra al cubo, un juego de texturas lácteas sobre la base de leche caprina.Capítulo aparte es su surtido de panes, que se elaboran en el propio restaurante y tienen distintos sabores. Algo así como pequeñas obras de arte de la pastelería. De hecho, no hay un cruasán en toda Barcelona que tenga un sabor equiparable al panecillo de mantequilla de esta casa. Tampoco se queda atrás el carro de quesos, muy cuidado, en el que figuran especialidades francesas y españolas. Ni su bodega, seleccionada con criterio y en cuyo listado figuran algunas de las mejores marcas de vinos españolas e internacionales. Para colmo, el café es bueno y se elabora correctamente.

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