Playa de Zarautz
Acabo de recibir el último libro publicado por Ramón Serras (Zarautz, 1943). Este veterano fotógrafo sigue manteniedo viva la llama de su afición y ahora se desmarca con un bonito libro dedicado a la playa de su localidad natal. Desde unas fotografías en blanco y negro, en formato panorámico, despliega una ternura difícil de medir sobre unas arenas y un mar que sin duda hace suyos. En las imágenes encontramos escenas sencillas donde los protagonistas son niños, jóvenes, adultos e incluso ancianos. Todos encajan con la mayor naturalidad en este escenario de ocio. La cámara los ha captado en toda su espontaneidad. Inconscientemente el lector de imágenes se identifica con ellos.
El recorrido de este fotógrafo llega cubierto de una importante aureola de trabajos realizados. Además de cofundador del Photomuseum, primero en su género en España, ha expuesto en Italia, Austria, en distintos estados de EEUU y por supuesto galerías locales tan destacadas como las del Museo San Telmo, Museo Bellas Artes de Bilbao o en el Museo de Lugo, en Galicia. Aparte de premios y concursos ha publicado con este más de siete foto-libros, algunos tan entrañables como Oteizak Zarautzeri como homenaje al escultor por los años vividos es esta localidad costera. A pesar de todo, sus fotografías más conocidas pueden ser las de la serie (también libro) Los trabajos y los días. Originales en color, únicos, tratados de manera delicada, ayudan a descansar la mirada del acelerado público que acude a las oficinas de la hacienda foral vizcaína.
El trabajo que presenta en esta oportunidad tiene cierto aire impresionista o incluso pictorialista, sin olvidar que algunos autores vinculan ambas corrientes. Resalto este aspecto por la ausencia de excesiva nitidez en las imágenes, la notable presencia de paisajes , la búsqueda insistente de luces naturales y un fantasioso juego con nubes y olas marinas.
La visión de Ramón sobre la playa de Zarautz corresponde a un paseo que arranca de izquierda a derecha, como si se tratara de la lectura de un texto. Sale de un pequeño refugio de embarcaciones donde a veces el mar azota con bravura y en otras los niños juegan a la cucaña. Luego vienen las competiciones náuticas de los adolescentes y los inevitables paseos por la orilla de gente más entrada en años, unos en traje de baño, otros vestidos y levantándose pantalones o faldas para no mojarse con el vaivén del mar. Multitudes de bañistas, toldos donde cambiarse después del baño, niños jugando con la arena o los "surfistas" acoplándose con sus tablas a los caprichos de las olas completan un recorrido muy saludable.
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