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Un fracaso doloroso

Después de un año y medio de trabajos, la Ponencia de Víctimas del Terrorismo del Parlamento vasco ha cosechado un rotundo fracaso. Al parecer, a las trece medidas aprobadas en junio del año pasado por unanimidad de todos los miembros de la Cámara vasca (a excepción de SA) con el objetivo de mejorar la situación de las víctimas y reparar el daño producido por el terrorismo de ETA, se unen nuevas medidas que cuentan con el apoyo de los mismos partidos que entonces. Sin embargo, no ha sido posible la unanimidad porque el PP y el tripartito se han atalayado de tal forma que han invalidado año y medio de trabajo y han sometido al más infame desprecio todas las aportaciones suministradas por quienes, con la mejor voluntad, han acudido a las sesiones pensando que participaban en una iniciativa encomiable.

Ha fallado lo más esencial, que es ponerse de acuerdo previamente sobre quiénes deben ser consideradas víctimas
La Ponencia partía con todos los ingredientes para culminar en un éxito, por eso el fracaso es más doloroso

La Ponencia partía con todos los ingredientes para culminar en un éxito, por eso el fracaso es más doloroso. Ausente Socialista Abertzaleak, nadie debe dudar ni un solo ápice del carácter democrático de los participantes. Tampoco se puede dudar de que, a salvo de matices irrelevantes, las seis formaciones participantes en la Ponencia siempre han condenado todas y cada una de las actuaciones de los terroristas, luego ¿por qué no han llegado a un acuerdo, aunque sea de mínimos? Tengo la impresión de que ha fallado lo más rudimentario y esencial, que es ponerse de acuerdo previamente sobre quiénes deben ser consideradas víctimas. En realidad, está faltando rigor a la hora de definir el terreno en que deben desenvolverse los partidos democráticos. Rigor y caridad cristiana, precisamente en los dos partidos que se declaran como cristianos, PNV y PP.

Pasado el tiempo se me ocurre reflexionar sobre el año y medio de reuniones. ¿De qué han tratado los asistentes? ¿Cómo han podido seguir juntos tanto tiempo mientras han mantenido las diferencias básicas? ¿Por qué no han roto la Ponencia antes? ¿Cómo es posible que no hayan sido capaces de consensuar un texto que favoreciera la unanimidad, aunque hubieran dejado fuera del texto los motivos del desacuerdo?

Según las informaciones periodísticas, el desacuerdo parecía cantado toda vez que el PP había impuesto dos condiciones que no estaba dispuesto a asumir el tripartito. Ambas formaban parte de la batería estratégica del PP, usadas en todo momento para tratar de reducir la intolerancia nacionalista. La condición de que se disolviese Sozialista Abertzaleak y la de que se suprimieran las ayudas a familiares de presos etarras para sus desplazamientos a las cárceles más bien parecían disculpas que razones, porque, aunque sea verdad que el empecinamiento del señor Atutxa y el tripartito en no disolver a los herederos de HB es una burrada absurda, también es verdad que nadie ha sido capaz de provocar la disolución hasta este momento, ni el Gobierno popular ni el socialista ni la Justicia.

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En cuanto a las ayudas a los familiares de presos, ¿no hubiera sido más lógico que dichas ayudas fueran reguladas por todos, en lugar de dejarlas en manos de los ayuntamientos? ¿No hubiera sido más lógico articularlas de modo que cada caso fuera estudiado individualmente, evitando así que se subvencionen viajes de grupos numerosos, mucho más contraproducentes para el objetivo de la reinserción? ¿No hubiera sido más lógico que las ayudas fueran a parar, en todo caso, sólo a quienes no tienen posibilidades económicas? Porque si lo que persigue el PP es castigar a los padres de los asesinos -posibles padres y madres amantes de Dios y asiduos de la Iglesia como ellos dicen que se debe ser-, ni qué decir tiene que están dando la espalda al catecismo que todos los de mi generación, y de otras, tuvimos que aprender, aunque fuera a regañadientes.

El fracaso es doble, porque no consigue ningún objetivo de los marcados y porque transmite a la ciudadanía una impresión dañosa: la de que no es posible acordar ni siquiera los principios básicos de la convivencia. Ahora que está sobre la mesa el que el vulgo conoce como plan Ibarretxe, e Ibarretxe llama Plan para la Convivencia, bueno será establecer prioridades juiciosas. ¿Por qué no sustituir la consulta derivada del referido plan, por otra en la que los vascos y las vascas conminen a sus políticos representativos a ser más cuerdos y menos soberbios? ¿Por qué no dejar que las víctimas reivindiquen lo que deban mientras los políticos resuelven, con buena voluntad y mejor intención, los problemas reales? ¿Por qué no olvidarse de la adulación a las víctimas para recordar a todos los ciudadanos los derechos y deberes que les asisten, y preservárselos?

Porque para ser víctima del terrorismo, tal como ahora se contemplan, ni siquiera hace falta estar amenazado directamente o ser familiar de algún asesinado o afectado por la violencia terrorista. Hoy por hoy, todos somos víctimas. Quien no se sienta como víctima, o piense que hay quienes nunca van a llegar a serlo, que revise sus principios éticos y se ponga a llorar.

Josu Montalban es portavoz adjunto del PSE en las Juntas Generales de Vizcaya.

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