Innovación en contraste
La innovación es un factor determinante del aumento de la renta por habitante. Lo hace a través del crecimiento de la productividad. Ésta es una de las asignaturas pendientes de la economía española que el actual Gobierno se ha propuesto, cuando menos, aprobar. En consecuencia, cualquier señal que ponga en contraste el comportamiento de nuestra economía en este ámbito con las de nuestro entorno ha de ser analizada con atención. Eso es lo que facilita el European Innovation Scoreboard (EIS), cuya cuarta edición acaba de publicar la Comisión Europea (http://trendchart.cordis.lu/scoreboards/scoreboard2004/eis_2004.pdf). A los efectos de ese informe la innovación es comprensiva de "la renovación y ampliación de la gama de productos y servicios y los mercados asociados; el establecimiento de nuevos métodos de producción, oferta y distribución; la introducción de cambios en la gestión de las empresas, en la organización del trabajo, así como en las condiciones de trabajo y en las habilidades de los trabajadores". En esta ocasión, el EIS incorpora indicadores relativos a los 25 estados miembros de la UE, así como de Bulgaria, Rumania, Turquía, Islandia, Noruega, Suiza, EE UU y Japón. Son 20 indicadores los que se combinan para configurar el Summary Innovation Index (SII), expresión de los comportamientos innovadores nacionales.
Casi el 70% de las empresas españolas no encajaría en ninguna de las cuatro categorías de innovación: serían simplemente 'no innovadoras'
La primera conclusión que se deduce de ese informe es la ampliación, a partir de 1996, de la brecha entre Europa, por un lado, y EE UU y Japón, por otro. El mal comportamiento europeo se explica fundamentalmente por el peor registro en cinco conjuntos de indicadores: número de patentes, población trabajadora con estudios terciarios, gasto en I+D, participación de las manufacturas de alta tecnología y disponibilidad de capital riesgo en las fases iniciales de creación de la vida de las empresas. EE UU supera a la UE en 9 de los 12 registros más representativos.
Como en otros muchos indicadores expresivos del grado de inserción en la economía del conocimiento, la situación en el seno de Europa arroja diferencias nacionales muy acusadas. Los países nórdicos vuelven en este aspecto a destacar favorablemente. Suecia y Finlandia confirman un año más su liderazgo innovador. También Dinamarca se comporta por encima del promedio. Esas tres economías se mantienen por delante de EE UU en 9 de los 12 indicadores más representativos. Entre los nuevos Estados miembros de la UE también se observan avances importantes, liderados por Estonia y Eslovenia que, además de aproximarse a la media de los 25, superan a algunos de los antiguos, como España.
La posición de nuestro país se mantiene entre las más rezagadas: la 20ª de los 34 países considerados en esa clasificación. Significativamente por debajo de la media de los 25 países comunitarios en todos los aspectos considerados, excepto los relativos a la proporción de graduados en ciencias e ingeniería y a la correspondiente proporción de la población con educación universitaria. La adversa posición en utilización y producción de tecnologías de la información y comunicación (TIC) confirma otros muchos registros al respecto.
Dependiendo del nivel de novedad de las innovaciones de las empresas y del esfuerzo creativo en las innovaciones internas, en ese informe se diferencian cuatro modelos: "innovadores estratégicos" (aquellas empresas para las que la innovación es un componente estratégico de su estrategia competitiva y, por tanto, consideran la asignación a I+D sobre una base continua para desarrollar nuevos productos o nuevos procesos), "innovadores intermitentes" (sólo innovan cuando es necesario; sus esfuerzos en I+D se dirigen a la adaptación a sus propias necesidades de nuevas tecnologías desarrolladas por otras empresas), "modificadoras" (empresas que alteran productos y procesos a través de actividades no basadas en I+D) y "adoptadoras" (aquellas empresas que se limitan a adoptar las innovaciones desarrolladas por otras). Finlandia incorpora el mayor número de innovadores estratégicos e intermitentes, mientras que a España se la destaca como el ejemplo típico de países con una proporción inferior al promedio en esas dos categorías y una muy elevada en la última. En concreto, casi el 70% de las empresas no encajarían en ninguna de esas cuatro categorías: serían simplemente "no innovadoras".
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