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Columna
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Fin de una fórmula

La celebración conjunta de las elecciones generales y andaluzas impone de manera casi inexorable que todos los partidos políticos que concurren a ambas tengan que ajustar cuentas consigo mismos una vez que se conocen los resultados arrojados por las urnas. Esta es una exigencia inexcusable del principio de legitimación democrática en el que descansa el sistema político en todos los niveles en que se ejerce el poder. La vida del partido político, de todos sin excepción, es tributaria de la manifestación de voluntad del cuerpo electoral y, en consecuencia, está marcada por las oscilaciones que se producen en dicha manifestación de voluntad cada cuatro años. El examen electoral es la hora de la verdad para todos los partidos, es el momento en el que el tribunal ciudadano revisa la manera en que los distintos partidos han ejecutado la sentencia que dicho tribunal dictó en la anterior consulta y dicta una nueva sentencia no revisable sino por él mismo dentro de cuatro años. La comparación entre la sentencia con la que se abre una legislatura y la sentencia con la que se abre la siguiente es el primer criterio con el que se puede medir el estado de salud de los distintos partidos. La forma en que se reacciona ante el contenido de la(s) sentencia(s) es el segundo, aunque tal vez el más decisivo. Un resultado electoral adverso es malo, pero una reacción inapropiada ante un resultado adverso es todavía peor.

Da la impresión de que nos encaminamos hacia un futuro sistema político sin presencia comunista, ni directa ni indirecta

Con la excepción del PSOE, que fue el ganador indiscutible de la doble consulta electoral del 14-M, los demás partidos parlamentarios andaluces han tenido que enfrentarse a unos resultados adversos y han tenido que maniobrar con la finalidad de resituarse en un panorama político que había resultado sensiblemente modificado por dichos resultados electorales. El primero en hacerlo fue el PP, que parece tener dificultades muy serias para pasar la página José María Aznar e intentar escribir la página Mariano Rajoy. La sombra del anterior presidente del Gobierno y del partido se sigue proyectando con tanta intensidad que los ciudadanos no perciben la presencia de un nuevo discurso del que sería portador el nuevo presidente del partido. Esto se evidenció en la forma en que se celebró el 15º Congreso del PP y se ha evidenciado todavía más con la comparecencia de José María Aznar en la Comisión de Investigación del 11-M. Mariano Rajoy como presidente del PP sigue inédito.

Más éxito parece haber tenido el PA en su ajuste de cuentas interno. Los andalucistas parece que han entendido el mensaje de los ciudadanos del 14-M y han reaccionado de una manera apropiada a la magnitud del problema con el que tenían que enfrentarse. A grandes males grandes remedios, dice el refrán. Y esa parece haber sido la receta andalucista con la sustitución de Antonio Ortega y toda su ejecutiva por Julián Álvarez y su nuevo equipo de dirección .

IU es el último de los partidos andaluces en poner en marcha su proceso de ajuste de cuentas interno. Y es el que parece que tiene más dificultades para situarse tanto en el sistema político español como en el subsistema político andaluz. El desbarajuste político y organizativo tanto en la fase preparatoria como en el desarrollo de la Asamblea Federal celebrada el pasado fin de semana en Madrid no ha podido ser mayor. El baile de candidaturas para ocupar el puesto de Coordinador de IU y los pactos entre varias de ellas que se hacían y deshacían casi sin solución de continuidad, no sé si resultaban comprensibles para los congresistas, pero no lo eran en absoluto para los ciudadanos. No creo que nadie sea capaz en este momento de identificar qué mensaje ha transmitido la Asamblea de IU a los ciudadanos en general y a sus electores en particular. Con la excepción del no a la Constitución Europea (IU vuelve a tropezar en la misma piedra del Tratado de Maastricht), no ha habido ningún mensaje claro en positivo sobre cualquiera de los demás asuntos que están marcando ya la agenda política del país. Y además, la decisión respecto a la dirección de la coalición ha sido provisional, ya que en el mes de enero puede ser revisada por el Consejo Político de la Federación.

La posición de IU resulta todavía más difícil por la debilidad en que se encuentra en Andalucía. IU-Convocatoria por Andalucía fue clave para el lanzamiento de la coalición a escala nacional. Fue en las elecciones autonómicas de 1986, en las que IU empezó a coger un poco de aire y empezó a salir de la depresión que supuso 1982. El motor andaluz fue el que hizo arrancar IU y el que la convirtió en una fuerza con presencia significativa en España y muy significativa en Andalucía.

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De eso no queda casi nada y lo que queda apunta más hacia el pasado que hacia el futuro. Que los dos candidatos andaluces que han sonado para ocupar el puesto de Coordinador nacional hayan sido Felipe Alcaraz y Sebastián Martín Recio dice mucho. Ambos llevan haciendo política y ocupando puestos representativos casi desde los primeros procesos electorales legislativos o municipales. Ninguno de ellos puede ser portador de un nuevo proyecto de dirección política. Se trata de personas con aptitudes para hacer política, pero no para marcar un nuevo rumbo político, que es lo que la coalición necesita. Si eso es todo lo que Andalucía tiene que ofrecer a la regeneración de IU, el futuro no puede ser más negro.

IU tuvo su origen en el Partido Comunista y es, en consecuencia, una especie amenazada de extinción. La fórmula IU fue lo que le permitió a la opción comunista sobrevivir tras la desaparición del llamado socialismo real. Da la impresión de que la fórmula se ha agotado y nos encaminamos hacia un futuro sistema político sin presencia comunista, ni directa ni indirecta.

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