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Reportaje:

¿Quién mató a Baha Musa?

El fallecimiento de un iraquí provoca un cambio legal en el Reino Unido

Baha Musa trabajaba de recepcionista en el hotel Ibn Al Haitham de Basora, al sur de Irak, cuando fue detenido junto a otros iraquíes por tropas británicas en septiembre del año pasado. Musa, de 26 años y padre de dos hijos, nunca salió con vida del cuartel en el que estuvo encerrado. Pero su muerte no ha sido completamente en balde. Un tribunal británico ha dictaminado que el Gobierno encargue una investigación independiente, consagrando por primera vez, aunque sólo de manera parcial, el principio de que las tropas británicas siguen estando bajo la Convención Europea de Derechos Humanos cuando se encuentran en instalaciones británicas en el extranjero.

El juez, que sólo dio la razón a los demandantes en una de las seis denuncias presentadas por la muerte de civiles iraquíes a manos de las tropas del Reino Unido, no acepta el principio general de que las tropas están siempre obligadas por la Convención Europea, pero precisa que ése sí es el caso cuando se encuentran en algún tipo de instalación que puede considerarse nacional. Es el caso de embajadas y consulados, pero también cuarteles. La muerte de Baha Musa, que sus familiares consideran fue a consecuencia de la tortura, nadie discute que ocurrió en el interior del cuartel del Regimiento de la Reina de Lancashire al que fue trasladado tras la detención, la base de Darul Dhyafa, cerca de Basora.

Un juez ha fallado que las tropas británicas en el extranjero siguen en ciertos casos bajo las leyes europeas

El caso de Baha Musa tomó especial relevancia cuando empezaron a conocerse los casos de malos tratos en prisiones regentadas por Estados Unidos en Irak y en especial la de Abu Ghraib, en Bagdad. En aquel entonces empezaron a circular también rumores sobre casos de abusos cometidos por el Ejército británico y éstos acabaron centrándose en la muerte de Baha Musa.

En julio pasado, cuando los abogados de la familia Musa llevaron su caso a los tribunales británicos, el padre del joven empleado explicaba cómo no podía reconocer a su hijo al ver por primera vez su cadáver, completamente desfigurado por multitud de heridas, la mitad de la cara mutilada. La familia, que primero aceptó 3.000 dólares en compensación ofrecidos por el Ejército, rechazó luego otros 5.000 y decidió acudir a los tribunales.

Baha Musa había sido detenido en el hotel Ibn Al Haitham, en el que trabajaba. Los soldados británicos lo inspeccionaron buscando armas y le llevaron a él y a otros empleados a los lavabos. "Allí empezaron a golpearnos con los puños y con los pies. Nos obligaron a tirarnos en el suelo y los soldados se ponían de pie en nuestras cabezas. Después nos vendaron los ojos y nos ataron las manos", explicó Kifa Taha al Mutari, que trabajaba con Musa en el hotel. "Nos gritaban 'terroristas', 'terroristas' mientras entrábamos en la base de Darul Dhyafa", explicó. Kifa afirma que, días después, pudo oír los gemidos de su compañero, herido de muerte. Kifa aseguró que los soldados reían mientras les golpeaban en el cuello, en el pecho y en los genitales. "En la tercera noche, Baha estaba en una habitación separada y pude oírle gimiendo. Le oí decir 'estoy muriendo... sangre... sangre', luego ya no oí nada", relató Kifa.

La muerte de Baha Musa deberá ser investigada a fondo y por una comisión independiente porque, al ocurrir en el interior del cuartel británico, está sujeta a la Convención Europea de Derechos Humanos. Los otros cinco casos de civiles muertos a manos británicas en Irak no correrán la misma suerte porque no cumplen el requisito de haber ocurrido en territorio considerado británico a pesar de que en ese momento el Reino Unido era una de las dos potencias ocupantes de Irak. El Ministerio de Defensa británico aceptó como mal menor el pronunciamiento judicial porque limita de manera radical la posibilidad de que los familiares de otros civiles muertos durante la invasión de Irak puedan reclamar una compensación.

Una imagen de Baha Musa con su esposa y sus dos hijos.
Una imagen de Baha Musa con su esposa y sus dos hijos.REUTERS

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