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Tàpies: "No creo en los dilemas entre materia y espíritu"

El pintor exhibe de nuevo sus últimas obras en la galería que regenta su hijo en Barcelona

Hace tres días que Antoni Tàpies cumplió 81 años y aunque él acusa el cansancio de la edad, su obra parece mantener una fuerza intemporal. Ayer inauguró una exposición de 14 obras, seleccionadas entre la cincuentena que ha realizado el pasado verano, en la galería Toni Tàpies (Consejo de Ciento, 282), que regenta su hijo en Barcelona. Es el Tàpies de siempre que afirma: "No creo en los dilemas bueno y malo, materia y espíritu. Todo está relacionado".

"En el conjunto de las obras que he realizado este verano hay algo que enlaza el dolor y la alegría de vivir, es por eso que digo que no creo en los dilemas de oposición", indica Tàpies. "Todo está relacionado, incluso la vida y la muerte son expresiones del mismo fenómeno de la existencia. Esto es algo que no acaba de tenerse muy claro en Occidente. Aquí nace un niño y parece que sea algo totalmente nuevo, pero no, también esta nueva vida existía ya antes de alguna manera. Creo que en el fondo es un consuelo pensar que todo está en el flujo de la existencia porque entonces la muerte también es un estadio de esta evolución".

En la galería, Tàpies exhibe cuadros de un formato un poco más reducido a los que pudieron verse el pasado año. La selección ha primado también piezas más aéreas y luminosas en las que predominan los cuadros con gruesas materias con polvo de mármol de color claro. Es el caso, por ejemplo, de Muntanya blanca, en cuya parte inferior ha acumulado el grueso de materia arenosa sobre el fondo blanco de la madera. En la montaña ha insinuado una escalera, entre otros signos, y sobre ella dos signos, una cruz y una a minúscula, realizados en negro con un haz de paja que en parte ha quedado prendida al cuadro. Por encima, un ojo abierto, un símbolo que le es muy común desde sus años iniciales, que parece aludir a esta mirada superior más mística que religiosa. También hay un ojo, pero cerrado, en Composició amb parpella, una pieza con la parte superior también matérica en cuya parte inferior ha ensamblado una escalera de madera de dos peldaños. Era de su madre, la que utilizaba en la cocina para alcanzar las ollas, aunque esto él no lo explica. Escaleras que ascienden o descienden, también habituales en su obra, pero que no representan ninguna voluntad de escapar. "Siempre he rechazado la huida de la realidad porque en el mundo hay lo bueno y lo malo", indica. "Y nunca he querido ocultar que la vida es dolorosa, pero tenemos mecanismos para anular este dolor. Hay que saber encontrar también la alegría de vivir, aunque éste no ha sido un año de muchas alegrías porque ha habido experiencias terribles con mucha violencia en todas partes". No renuncia a la esperanza, "aunque a veces parece imposible tenerla cuando ves que hay gente que se alimenta de esta violencia y la convierte en un negocio".

La agenda de Tàpies sigue tan llena como siempre con exposiciones en Guadalajara (México), en donde fue una de las estrellas de la presentación catalana en la feria del libro de la ciudad, y también en Madrid (Museo Reina Sofía), en donde hasta el 17 de enero presenta una exposición de sus cerámicas. En Barcelona, además de esta presentación de sus últimas obras, abierta hasta el mes de febrero, está pendiente la instalación de un cuadro suyo de gran formato en el Edificio Fórum y también el MNAC está negociando la compra de dos nuevas piezas del artista.

Antoni Tàpies, ayer, ante la obra <i>Figura sobre marrón.</i>
Antoni Tàpies, ayer, ante la obra Figura sobre marrón.JOAN SÁNCHEZ
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