Yo no he sido
Pierre Vilar cuenta que un profesor preguntó a sus alumnos quién había roto el jarrón de Soissons y uno respondió: "¡Yo no he sido!" (el vase de Soissons, roto por un franco cuando Clodoveo se hizo cristiano en Reims, es una de las leyendas de la fundación de Francia). Es respuesta normal en países de acusaciones rápidas, como lo es especialmente el nuestro. La polvareda alzada por la descripción numérica del fracaso escolar produce rápidos "¡Yo no he sido!": los profesores acusan a los padres, los padres a los profesores, todos a los niños, muchos a la televisión y el ministerio a la situación económica y social. Situación es una palabra oscura. Es política y a veces es equivalente a quien manda o gobierna. Es algo transitorio, como en el teatro: algo que se sitúa. El fastidio de nuestros escolares, o de nosotros cuando lo hemos sido, no es situacional: es arcaico. Es histórico, y a ello me referí hace días: al descortezamiento del árbol de la ciencia por el franquismo nacionalcatólico, que destrozó no sólo el saber, sino los afanes de saber. El "yo no he sido" suele reflejar algo de culpabilidad.
Yo he tenido como padre experiencias amargas: repasando lo que mis hijos no entendían he encontrado en los libros lo que no era verdad. No sabía qué hacer, si sembrar en ellos el desconcierto si les explicaba que el libro y el maestro les contaban mentiras y decirles la verdad (no la mía: la comprobada), o si dejarles en el error a condición de que aprobasen. Recordaba lo que me decía el profesor de autoescuela en París: "Yo no le enseño a usted a conducir, le enseño a aprobar el examen. A conducir aprenderá usted solo en las calles". Lo raro ha venido después: cuando no han hecho falta padres ni consejeros para desmentir lo que se estudia, sino que es la evidencia misma la que dice al escolar que eso no puede ser: y que no vale para nada.
Ni Einstein estaba seguro de lo que sabía: "Dos y dos son cuatro hasta nueva orden", decía. Lo interesante, sabido lo principal, es seguir esta serie de acusaciones mutuas y ver cómo es la sociedad: la frase oculta es "a mí qué me cuentan". Y otra: "Entre todos la mataron y ella sola se murió". (Pierre Vilar, 1906-2003: autor de importantes libros sobre Cataluña y de una brevísima y trascendental historia de España que sirvió de orientación a muchos españoles perdidos en la ignorancia de su educación).
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