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LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M

"Nunca me cogerán vivo"

Jorge A. Rodríguez

Una cadena de errores o negligencias judiciales permitió a Allekema Lamari, terrorista detenido en Valencia en 1997 y condenado a 14 años de cárcel, recuperar la libertad cuando sólo había cumplido cuatro años, dos meses y 19 días de condena.

Los jueces de la Audiencia Nacional cometieron un error en el cálculo de los años de condena para firmar su libertad provisional. Y el Tribunal Supremo, al que había recurrido el abogado de Lamari en casación, cometió una negligencia al comunicar con más de un mes de retraso la sentencia que, aunque rebajaba la pena a Lamari, suponía la continuidad del argelino en la cárcel, sin posibilidad de disfrutar de libertad provisional.

En ninguno de los casos, las conductas de los jueces serán castigadas por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que consideró prescritas las posibles conductas negligentes de los magistrados de la Audiencia Nacional.

Hasta un año después de su excarcelación por error, los jueces no dictaron la orden de detención, busca y captura contra Lamari por quebrantamiento de condena. Pese a esa orden, Lamari permaneció en España y, por lo que la investigación policial ha descubierto más tarde, participó activamente en la preparación del atentado de Madrid.

No solamente envió dinero por giro postal a un preso encarcelado por actividades terroristas, sino que se paseó por Valencia en las navidades de 2003, cuando ya pesaba sobre él una orden de busca y captura. Acudió a la tienda de pollos de un conocido suyo, Safwan Sabagh, también detenido, y posteriormente puesto en libertad, en relación con el 11-M porque una huella suya fue hallada en el libro Creencia y fe, rescatado tras la explosión de los suicidas en el piso que ocupaban en Leganés.

Sólo tres días antes del atentado, Sabagh recibió una llamada de Lamari, que volvió a comunicar con su amigo el 27 de marzo, después de la masacre. En aquella conversación, Lamari le dijo: "Ya nos encontraremos en el cielo. Di a los hermanos que recen por mí. A mí nunca me cogerán vivo. Ha llegado mi fin". Sólo siete días después, se suicidó al hacer explotar una carga de dinamita adosada a su cuerpo.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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