El presidente iraquí dice que no habrá guerra civil
George W. Bush recibió ayer en la Casa Blanca al presidente provisional de Irak, Gazi al Yauar, con el que coincidió en defender las elecciones del próximo 30 de enero, a pesar de la violencia. "Creo que si permitimos que no haya elecciones estaríamos enviando una señal equivocada al mundo y, desde luego, a los propios iraquíes", dijo Bush. A su lado, Yauar, un suní, afirmó que no tiene sentido hablar de insurgencia suní: "No son suníes, es una mezcla de gente que tiene una cosa en común: el odio a la sociedad iraquí y el odio a la democracia. Es gente que está intentando que no celebremos nuestras primeras elecciones".
El presidente iraquí dio las gracias a Bush por "haber liberado a Irak de una dinastía de villanos" y afirmó: "En estos momentos nos enfrentamos a los ejércitos de la oscuridad, cuyo objetivo es sabotear el proceso político e incitar a la guerra civil. Pero yo quiero asegurar que eso jamás, jamás ocurrirá, que los iraquíes estamos comprometidos a avanzar hacia el futuro. Después de todos los sacrificios, no podemos dejar que hayan sido en vano".
EE UU aumentará en las próximas semanas su despliegue en Irak hasta los 150.000 soldados. "Nunca se puede garantizar la seguridad al 100%, pero los iraquíes tienen que tener la oportunidad de decirle al mundo que prefieren la democracia al terrorismo", dijo Bush. En cuanto a la salida de las tropas, Yauar dijo después de la entrevista que esperaba que permanecieran "entre ocho meses y un año más". Este cálculo, probablemente optimista, fue matizado por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que dijo en Kuwait que "espera" que las tropas se vayan a lo largo del segundo mandato de Bush. "El presidente ha dicho que estarán todo el tiempo que que sea necesario y ni un día más", añadió. Rumsfeld asumió dos errores en Irak: creer que había armas de destrucción masiva y no haber sabido valorar "el grado de resistencia de esta insurgencia en la que se mezclan antiguos militantes del Baaz con extremistas y terroristas extranjeros".
Las medidas de seguridad fueron extraordinarias en Washington, especialmente por la estancia del presidente iraquí, pero también por la visita del rey Abdalá de Jordania, con el que Bush habló de las elecciones en Irak y del nuevo escenario en Oriente Próximo tras la muerte de Yasir Arafat y la celebración de elecciones palestinas.
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