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Reportaje:

El enigma del mal de Yúshenko

El líder ucranio fue tratado de su extraña enfermedad en un hospital de Viena, cuyos médicos no hallaron rastro de veneno

Víktor Yúshenko, el líder de la oposición ucrania, un hombre en otros tiempos muy telegénico, sufría una grave y repentina enfermedad cuando el pasado 10 de septiembre entró en silla de ruedas a través de las puertas correderas de cristal del hospital Rudolfinerhaus de Viena, aún consciente pero aturdido y quejándose de fuertes dolores abdominales. Los doctores dijeron que sus análisis dieron resultados fuera de lo normal, su piel aparecía cubierta de extrañas lesiones y el tracto digestivo estaba salpicado de úlceras desde el principio hasta el final.

Los médicos europeos más ilustres estaban perplejos. Los muchos síntomas que padecía el paciente desafiaban cualquier diagnóstico uniforme. Ocho días después de ingresar, Yúshenko decidió dejar el hospital contra el consejo de los doctores, resuelto a volver al trabajo para disputar las elecciones presidenciales de Ucrania, que se celebraron el pasado 21 de noviembre.

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Sin embargo, justo a las dos semanas regresó al Rudolfinerhaus, abatido a causa de un nuevo problema, incluso más difuso: un dolor de espalda tan insoportable que le hizo tomar grandes dosis de morfina y casi necesitó que se le aplicase respiración asistida. Una vez más, las pruebas que se le hicieron a lo largo de una semana no proporcionaron ninguna explicación médica. El paciente y sus doctores acordaron llevar a cabo un arriesgado plan: insertarle un catéter en la parte superior de la espalda, a través del canal de la columna vertebral, para que pudiese continuar con su campaña política, recibiendo constante medicación para mitigar el dolor.

Así fue como Yúshenko regresó a Kiev, escoltado por un equipo de médicos austriacos de élite. Hizo campaña con el catéter durante una semana, y los facultativos empezaron a sospechar cada vez más que el paciente padecía un envenenamiento fuera de lo común, aunque reconocían que científicamente no podían probarlo. Las pruebas sobre toxinas comunes dieron negativo, pero el equipo médico estaba tan preocupado sobre la posible presencia de un agente poco convencional que consultaron a expertos en armas biológicas y químicas.

El doctor Michael Zimpfer, director médico del citado hospital vienés, aseguraba que "un envenenamiento sin veneno es como un asesinato sin arma. En este caso la falta de prueba no prueba nada".

Los nuevos datos conocidos sobre el ingreso de Yúshenko en el hospital de Viena suscitan preguntas desagradables. ¿El candidato fue envenenado o infectado con algún agente biológico? ¿Cuál es su actual estado de salud, en un momento en el que se desarrolla una feroz lucha por el poder en Ucrania que enfrenta a Occidente y a Rusia?

El pasado 21 de septiembre, Yúshenko dijo en el Parlamento ucranio: "Mirad mi cara y observad mi pronunciación. Esto representa una centésima parte de los problemas que tengo. Éste no es un problema de cocina política. Estamos hablando de la cocina política ucrania, en la que se ordenan asesinatos".

Sus oponentes alegan que la causa de su hospitalización fue haber tomado sushi en mal estado o demasiado alcohol. Algunos doctores también consideran factible que Yúshenko haya tenido la mala suerte de desarrollar una enfermedad extraña. Pero otros creen que podría sufrir alguna enfermedad autoinmune poco común que puede producir muchos de los síntomas que padece. En concreto, la escleromixedema, un desorden extremadamente raro que produce síntomas faciales, como los que padece Yúshenko.

El doctor Zimpfer concluye que él y su equipo fueron tratados con amabilidad en Kiev, respecto a lo cual tenía sus dudas, "a la luz de cómo se calentó la situación en Ucrania y la disputa entre los dos partidos sobre las causas de la enfermedad".

Yúshenko, en una foto del pasado 4 de julio, y en otra del 10 de octubre.
Yúshenko, en una foto del pasado 4 de julio, y en otra del 10 de octubre.AP

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