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Reportaje:FÚTBOL | Penúltima jornada del Torneo Apertura

Todos bajo sospecha

La obsesión por perjudicar al eterno rival, aun a costa de la derrota en los partidos propios, domina a los equipos y los hinchas argentinos

El odio al rival se acostumbró a ganar el derby que la pasión disputa con el amor a los propios colores en el fútbol argentino. ¿Se imaginan a la temible Doce, la barra brava del Boca Juniors, cantando en su Bombonera para que su equipo pierda frente al Newell's Old Boys? Pues el coro que partía de la segunda bandeja del estadio el pasado domingo decía: "Perdóname Boca/ pero esta tarde/ cueste lo que cueste/ tenemos que perder..." Es que la victoria del Newell's dejaba fuera de la disputa por el título al River Plate, histórico rival del Boca.

Esa tarde, en la que perdió por 1-3, el Boca presentó a un solo titular, el portero Abbondanzieri, porque reservó a los demás para jugar tres días más tarde la vuelta frente al Internacional de Porto Alegre, brasileño, en las semifinales de la Copa de Suramérica. Los hinchas del Boca celebraron los goles del Newell's con cantos dedicados a los gallinas del River: "Es para vos/ es para vos/ gallina puta/ la puta que te parió". Y enseguida: "Me parece que River no sale campeón/ porque Boca/ Boca los cagó". Los abonados a los palcos no estaban de acuerdo y pitaban a los de la Doce: "Gritá por Boca/ la puta que te parió/ gritá por Boca...". La barra brava amenazaba con golpear a los que ocupan las plateas. En un texto editorial de la revista que, en nombre del club, se entrega antes de los encuentros se intentaba encubrir el deseo explícito: "¿Quién puede creer que los hinchas del Boca podríamos llegar a festejar un gol del Newell's sólo para que el River no salga campeón? Nadie, por supuesto (...). ¿Alguien puede suponer que a la Doce le importa amargarle la tarde a nuestros primos hermanos? Claro que no. ¿Quién es capaz de sospechar que no vamos a alentar al máximo para que el Boca gane?".

"Perdóname Boca / pero esta tarde / cueste lo que cueste / tenemos que perder"

Sin embargo, en el tramo final del Torneo Apertura, uno de los dos en los que se divide la Liga argentina, todos sospechan de todos. Los futbolistas profesionales avivan el fuego. El capitán del Boca, Cagna, antes del partido con el Newell's, dijo que habría que "poner a la novena división".

La combinación de resultados colocó en la disputa por el título, y en partidos cruzados, a equipos que se odian entre sí. A saber: este domingo, el Gimnasia y Esgrima de La Plata, adversario del Estudiantes de La Plata, se enfrenta al puntero Newell's en Rosario y, si gana, favorece precisamente al Estudiantes, segundo, a tres puntos.

A su vez, el River, a cuatro puntos, recibe al Rosario, clásico rival del Newell's. Los hinchas de Central, como se llaman a sí mismos, han pedido a sus jugadores que pierdan para favorecer a los que persiguen al Newell's y, en Rosario, alentarán al Gimnasia. Por su parte, los jugadores del Estudiantes se pasaron la semana haciendo declaraciones sobre la "fe" y la "confianza" que tienen en la honorabilidad de los del Gimnasia antes de oponerse al Newell's. Los periódicos han recogido todas las versiones sobre valijas de dinero que van y vienen con el supuesto propósito de fortalecer las convicciones y aumentar las energías.

"Hay que tener memoria", contestó el presidente del Boca, Mauricio Macri, cuando le dijeron que el del River, José María Aguilar, había dudado del "esfuerzo" del Boca para vencer al Newell's. ¿Qué significado tenía esa respuesta y ese mensaje solapado? Macri no lo explicó, pero no se entera el que no quiere. La buena memoria recuerda los partidos que el River arregló con el Argentinos Juniors para empatar en la última jornada de torneos anteriores en los que necesitaba un punto para ser campeón. El resultado final (1-1) se conocía desde cuatro días antes en los corrillos. También 1-1 fue el del último partido del Apertura de 2001, cuando el Racing de Avellaneda visitaba al Vélez y necesitaba sólo un punto para ser campeón. Un juez archivó esta semana el expediente y la investigación sobre las declaraciones del presidente del Independiente, Andrés Ducatenzeiler, en el sentido de lo que le costó el título del Independiente en 2002, otra competición bajo sospecha.

¿Pero es que puede anticiparse quién ganará el título de un torneo a dos jornadas del final cuando el líder sólo lleva una mínima ventaja a los equipos que le persiguen? En el fútbol argentino, sí. Es un trámite que se está haciendo común. Si el Newell's, por esos milagros del fútbol, perdiera en su campo el penúltimo partido frente a un Gimnasia y Esgrima suficientemente incentivado, sería de todos modos campeón porque luego visitará al Independiente en Avellaneda, al que sus hinchas le piden que pierda para favorecer a un equipo y a un entrenador, Américo Gallego, del Newell's, muy amigos por varias razones. Por una buena relación histórica entre ambas aficiones; porque Gallego era también el técnico del Independiente cuando ganó su último título, en 2002, y porque odian al Estudiantes y a su preparador, Mostaza Merlo, que fue el del Racing, clásico rival del Independiente, que salió campeón en 2001.

Así es que las sumas y las restas de odios y los amores le da al Newell's la ventaja final que necesita para hacer callar y refugiar en los sótanos, al menos hasta el próximo año, a la otra mitad de la ciudad de Rosario, 280 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, a orillas de río Paraná, el padre de las aguas en lengua guaraní.

Cagna, capitán del Boca Juniors.
Cagna, capitán del Boca Juniors.

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