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Reportaje:Copa Davis 2004 | ESPAÑA, A UN PUNTO DE SU SEGUNDA ENSALADERA

Doble decepción

Bob y Mike Bryan sostienen a Estados Unidos en la Copa Davis al vencer con facilidad a Robredo y a un Ferrero ausente

Santiago Segurola

Un pequeño trámite, que fue resuelto con una facilidad escandalosa por los gemelos Bob y Mike Bryan, dio la victoria a Estados Unidos en el doble. No era previsible el éxito español frente a una pareja experta que representa la consagración de la especialidad: dos gemelos que juegan como relojes perfectamente ajustados. Todo lo contrario que la pareja española. Tommy Robredo y Juan Carlos Ferrero tenían el aire de haberse encontrado cinco minutos antes del encuentro. Su decepcionante actuación se resumió en el resultado y en la brevedad del encuentro, apenas una hora y media de aplastante superioridad de los norteamericanos.

No hubo un solo momento de electricidad en el juego, un instante de emoción, la posibilidad de la sorpresa. Tampoco se vio demasiado interés en una pareja confeccionada a última hora, como si la derrota fuera inevitable. Desde luego, Robredo y Ferrero hicieron poco por impedirla. Se limitaron a oficiar de víctimas. Nunca dieron la impresión de sentirse contagiados por el impulso de Rafael Nadal y Carlos Moyà en la primera jornada. No estaban preparados para competir. Ferrero no salió del estado de apatía que demostró en la jornada anterior. Sentado, con aire ausente, sin apenas moverse, asistió a la consagración de Nadal en la victoria frente a Andy Roddick. Se le veía abatido y disgustado. No era el mejor estado de ánimo para colaborar en la complicada empresa que siempre representa la final de la Copa Davis, en la que el espíritu colectivo es esencial.

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Ferrero es un magnífico jugador, con un palmarés bien acreditado. Ha dado grandes días al tenis español. Uno de ellos se produjo precisamente en otra final de la Davis. En aquella ocasión, Ferrero ocupó el lugar del experto Álex Corretja. Tenía 20 años y su elección se discutió abiertamente en los corrillos del tenis. A él le correspondió el momento de gloria: la victoria sobre el australiano Lleyton Hewitt en el encuentro decisivo. Cuatro años después, no ha reaccionado con grandeza ante una situación que conoció desde la otra vertiente. Su juego reflejó su frustración. Puede que no sea un experto en el doble y con toda seguridad todavía sufre las secuelas de una temporada cargada de lesiones y dolencias, pero su abatimiento era más mental que físico. Ferrero no estaba en Sevilla. Estaba en su mundo, que ahora no es precisamente feliz.

El partido quebró la sintonía de la gente con el equipo, aunque por pocas horas. El resultado abre alguna esperanza a los estadounidenses en una jornada que se promete emotiva. España tiene el triunfo muy cerca. Juega en casa, en la pista que conviene a sus jugadores, con dos tenistas que funcionaron de forma irreprochable en la primera. Se espera un gran duelo entre Roddick y Moyà en el primer partido. Moyà ha ofrecido momentos irregulares durante su larga etapa en el equipo español de la Davis, pero ha llegado a la final en un excelente estado. No sólo se siente buen jugador, sino que tiene toda la estampa de líder del equipo. Es una condición básica en una competición en la que lo colectivo supera a lo individual, en la que las vanidades no deben superar el equilibrio del grupo. Por eso resultó tan decepcionante la pareja española en su duelo contra los gemelos Bryan. Se entregaron. No se sintieron especialmente comprometidos con la causa del equipo.

La derrota no impide pensar que España está al borde de su segunda conquista de la Davis. Moyà tiene todas las condiciones para batir a Roddick. Y, desde luego, el joven Nadal parece superior a Mardy Fish, cuyo puesto no es seguro. No se descarta la presencia de Vincent Spadea, un jugador más competente en las superficies lentas. El pronóstico favorece al equipo español, que encontrará el aliado indispensable en Sevilla: un público entregado, en estado de ebullición.

Los gemelos Bryan se abrazan, eufóricos, tras su sencillo triunfo sobre Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo.
Los gemelos Bryan se abrazan, eufóricos, tras su sencillo triunfo sobre Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo.PÉREZ CABO

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