La pareja española, desbordada
Ni Ferrero ni Robredo entraron en la pista con la mentalidad adecuada para hacer siquiera sombra a los gemelos Bryan
A España le sigue faltando un punto para concretar su triunfo sobre Estados Unidos en la final de la Copa Davis, que se disputa en Sevilla. Pocos confiaban en que el doble pudiera decidir la eliminatoria. Y, cuando ayer se conoció la noticia de que Rafael Nadal iba a ser sustituido por Juan Carlos Ferrero, menos todavía. No porque el de Ontinyent no tenga calidad y capacidades para jugar un doble, sino porque su mentalidad no era la más adecuada, sobre todo después de haber sido apartado de los partidos individuales, y porque, además, el G-3, el grupo de tres capitanes, rompía el dúo habitual de toda la temporada. El resultado fue que ni Tommy Robredo ni Ferrero se sintieron a gusto y fueron derrotados en toda línea por los hermanos Bob y Mike Bryan por 6-0, 6-3 y 6-2 en una hora y 39 minutos. Su partido resultó patético. No tuvieron ninguna posibilidad.
Los norteamericanos impusieron su ritmo con sus constantes subidas a la red
El problema fue que ni los capitanes ni los jugadores creían en la posibilidad de ganar
Sin embargo, el G-3 tenía sus razones. Ellos pensaron mucho más en la eliminatoria que en el partido de dobles. Prefirieron preservar a Nadal, que sufrió calambres ante Andy Roddick y que tuvo un desgaste físico brutal, para el último partido. "En el fondo, esto es sólo un punto y, aunque lo hemos perdido, seguimos ganando por 2-1. La cuestión es lograr el tercer punto y creemos que eso era lo mejor para poder contar con Nadal, pero también con Ferrero y Robredo en caso necesario para el quinto punto", indicó Jordi Arrese. La eliminatoria puede decidirse hoy en el primer partido individual, que enfrentará a los dos números uno, Carlos Moyà y Roddick. El quinto y último lo jugarán previsiblemente Nadal y Mardy Fish.
Básicamente, el problema fue que ni los capitanes ni los mismos jugadores creían en la posiblidad de ganar a los genelos Bryan. "Lo teníamos todo en contra", confesó un sincero Robredo; "creo que con cualquier compañero el partido era muy difícil". Fue una simple justificación para explicar lo inexplicable. Sin Nadal, ellos dos componían la mejor opción porque entre 2002 y abril de 2003 habían jugado juntos varios torneos de dobles y logrado incluso algún buen resultado: llegar a los cuartos de final en Rotterdam y Montecarlo.
Esta vez, sin embargo, ni Robredo ni Ferrero entraron en la pista con la mentalidad adecuada. Jugaron una primera manga en la que les costó encontrar las sensaciones. Todo se les hacía una montaña: restar, pasar a los norteamericanos en la red, sacar... No había manera de coordinarse. Aquello era un desbarajuste. Y los Bryan, en cambio, comenzaban a mostrar su mejor aspecto basándose en su saque y en su excelente juego en la red. Parecían un muro infranqueable. Y lo demostraron cerrando el set inicial en 27 minutos con un 6-0 y cediendo sólo 15 puntos en todo él.
Los españoles parecieron renacer en la segunda manga, cuando, por fin, lograron dos breaks, algo que parecía imposible. Pero la inseguridad en su propio saque -ninguno superó los 199 kilómetros por hora y su media estuvo en los 169 en sus primeros saques- les llevó a ceder de inmediato su ventaja y les situó de nuevo en el decorado inicial.
"No les hemos dado ninguna posibilidad de entrar en el partido", resaltó Mike Bryan; "nos sentimos más cómodos jugando en pistas duras o en hierba, pero desde que el año pasado ganamos el torneo de Roland Garros nos gusta la tierra batida. Sólo intentamos pillar las máximas bolas posibles para conseguir que los españoles se sintieran incómodos".
Lograron su objetivo. Sus constantes subidas a la red no daban ningún ritmo a Ferrero y Robredo, que cada vez se iban hundiendo más en su propio desespero.
Al final, la experiencia de los Bryan pesó más que cualquier otro concepto. Acostumbrados a jugar juntos desde su infancia, campeones ya en su etapa universitaria y dominadores del circuito profesional de dobles, Mike y Bob pusieron al descubierto lo que pretendía ocultarse: que frente a ellos no había un doble, sino dos jugadores inhabilitados para demostrar su verdadero nivel. Robredo, porque su hombro todavía le sigue causando molestias o, al menos, eso se dedujo de su poca efectividad en el saque, y Ferrero, porque ni tuvo la garra de otras ocasiones ni demostró ser el buen jugador de la Copa Davis que es.
Hoy, el G-3 confía en que Moyà decida en el primer partido a pesar de que lleva tres derrotas contra Roddick. Pero los estadounidenses tampoco se rinden. "Sabemos que no éramos los favoritos desde que aterrizamos en Sevilla", comentó su capitán, Patrick McEnroe; "pero también sabemos que aún podemos ganar. Andy estuvo muy cerca de lograr el primer punto ante Nadal. Y hoy va a darlo todo de nuevo para superar a Moyà. Nos vemos capaces de hacerlo".
En cualquier caso, a España le quedaría todavía la última posibilidad. Y cabe pensar que, como el primer día, Nadal no fallará entonces.
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