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Europa perderá millones de habitantes a pesar del aumento de inmigrantes

España tendrá 93 personas inactivas por cada 100 activas en 2050, según la ONU

Gabriela Cañas

En sólo 40 años, el número de inmigrantes se ha duplicado y ha cambiado de destino principal, convirtiendo a Europa en el hogar de la mayor proporción de inmigrantes y a la UE en la más importante fuente de remesas financieras del mundo por este concepto. El último informe social y económico sobre migraciones de la ONU, hecho público ayer en Bruselas, asegura también que España tendrá en 2050 la tasa más alta del mundo de personas inactivas (93) por cada cien activas, una proporción que sería mayor y más preocupante de no seguir recibiendo flujos migratorios.

Hace 40 años había en el mundo 76 millones de inmigrantes. En el año 2000 había ya 158 millones de personas provenientes en su mayoría de países en desarrollo hacia zonas más industrializadas, al que se suman 16 millones de refugiados y casi un millón de demandantes de asilo. El informe de la ONU sobre migración internacional y sus consecuencias sociales y económicas presentado ayer recuerda que 52 millones de europeos emigraron a América entre 1820 y 1932, la mayoría de ellos para quedarse en EE UU, antes de afirmar que Europa es hoy el hogar del más alto número de inmigrantes internacionales, seguida de Asia y América del Norte.

"De los 158 millones de inmigrantes actuales, 39 están en Europa y la tendencia a acudir a esta región del mundo se va a acentuar", explicó ayer Jean-Pierre Gonnot, jefe de la sección de Desarrollo de la ONU, que añadió que la migración hacia Europa es más fuerte que hacia EE UU desde la última década y que ésta es ya el 6,5% de la población europea. De igual manera, la UE se ha convertido en la más importante fuente de remesas financieras generadas por los inmigrantes, seguida de EE UU.

La mayor visibilidad del fenómeno migratorio y el papel que juegan los medios de comunicación destacando sus aspectos más conflictivos, dice el informe de la ONU, es quizá la razón por la cual la mayor parte de los países han optado por desarrollar políticas restrictivas para frenar la inmigración. De hecho, en 1976, el 7% de los países del mundo disponían de normas en este sentido. En 2003 ya eran un tercio de todos los países del mundo los que se blindan contra la inmigración internacional. No es casual tampoco que el número de demandantes de asilo en Europa, recordaba ayer Gonnot, haya caído en 2003 a 350.000, el número más bajo de la última década.

La ONU pone de relieve, sin embargo, que las ventajas de la inmigración para los países de acogida superan a las desventajas. Europa habría perdido ya 4,4 millones de personas entre 1995 y 2000 de no haber sido por los cinco millones de inmigrantes llegados durante ese quinquenio. La población alemana habría empezado a descender desde 1970 de no haber sido por los inmigrantes (turcos en su mayoría), y en la última década países como España o Italia deben las tres cuartas partes de su crecimiento demográfico a la inmigración. De hecho, y a pesar del flujo constante que se va a mantener, según la ONU, de 600.000 nuevos inmigrantes en Europa, cada año el Viejo Continente habrá perdido en 2050 hasta 96 millones de habitantes.

A España, uno de los países más amenazados por el envejecimiento de la población, sólo la inmigración será capaz de aliviar parte de las cargas del Estado de bienestar. En 2050, dice la ONU, tendrá la tasa más elevada (93) de personas inactivas por cada cien activas. "Sin migración, la tasa sería de 100 por cada 100", es decir, cada trabajador tendría que financiar a un menor o a un jubilado y sólo en el caso de que hubiera pleno empleo.

En los países ricos, el rechazo a la inmigración se sustenta fundamentalmente en el miedo a perder el empleo o a ver reducidos los salarios ante la avalancha de mano de obra barata. "Estudios empíricos demuestran que los inmigrantes producen un modesto impacto en el empleo y los salarios", asegura el informe, que señala que los inmigrante suelen ocupar puestos que desechan los nativos, y añade: "Lo que los inmigrantes, en su conjunto, pagan en impuestos es más que lo que cuestan al Estado de bienestar".

Por el contrario, la emigración provoca graves daños a los países de origen, que pierden no sólo mano de obra joven y emprendedora. La política europea (y de los países ricos en general) de facilitar la entrada sólo a los inmigrantes con altas cualificaciones está generando una fuga de cerebros que agrava la pobreza de esos países. En los de acogida, mientras tanto, la gran asignatura pendiente es la integración. "Ningún país europeo puede presumir de hacerlo bien", sentencia Gonnot.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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