Los populares tratan de evitar que la polémica lingüística abra un espacio 'blavero' a su derecha
Los socialistas rechazan firmar ahora manifiestos y piden que se deje trabajar a la Acadèmia
El PP intenta evitar que la polémica sobre la denominación del valenciano abra un espacio político blavero a su derecha. El Consell y los principales cargos públicos populares intentaron modular su discurso y reconducir la polémica a cauces institucionales con la colaboración de entidades cívicas afines para evitar la reaparición de un espacio político similar al que ocupó a principios de los noventa Unión Valenciana, ahora integrado en el PP. El gobierno de Francisco Camps se desligó ayer explícitamente de la manifestación convocada para hoy por entidades secesionistas en defensa de la lengua.
Los dirigentes populares desarrollaron ayer toda una serie de actuaciones para recuperar la iniciativa frente a la movilización de varias entidades secesionistas que han convocado una manifestación para hoy en el centro de Valencia. El presidente Camps recibió por la mañana al Consell Valencià de Cultura, en un acto en el que reivindicó el papel de esta institución "en la defensa del valenciano" e insistió en que el dictamen que sirvió para crear la Acadèmia Valenciana de la Llengua fue "el final del debate y el principio de todas las propuestas de futuro alrededor del valenciano".
Luego, el portavoz del Consell, Esteban González Pons, explicó que el Ejecutivo había suscrito el manifiesto de la Fundación Broseta en defensa de la denominación de valenciano y el autogobierno que recoge de manera fiel el argumentario del PP sobre la polémica lingüística.
El secretario general del PSPV-PSOE, Joan Ignasi Pla, mostró en Alicante su respeto al manifiesto de la Fundación Broseta, si bien aseguró que la denominación del valenciano y el valenciano como lengua no están en riesgo ni en peligro porque está "tradicional e históricamente garantizado" por el Estatut d'Autonomia. Pla alertó de que el principal riesgo en estos momentos para los valencianos está en una presencia masiva del castellano en los medios de comunicación y en la sociedad, por lo que apostó por no generar más espacios de conflicto y de confusión a la ciudadanía y por utilizar instrumentos como la Acadèmia Valenciana de la Llengua. En Valencia, el portavoz del PSPV, Manolo Mata, fue más duro en su comentario y aseguró que "cualquier manifiesto sobre el valenciano es ahora pura propaganda". Mata calificó el conflicto sobre la denominación del valenciano de "artificial e interesado" y exigió al presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que diga si está dispuesto a acatar el dictamen que apruebe la AVL sobre el valenciano. "Si su intención es sustituirlo por el manifiesto que promueve la Fundación Broseta, flaco favor le hace el molt honorable a nuestras instituciones, a nuestro marco normativo y a nuestras señas de identidad".
La coordinadora de Esquerra Unida, Glòria Marcos, vaticinó que al PP le estallará en las manos haber provocado lo que ya es "la segunda batalla del valenciano". Marcos añadió su sorpresa por que "una fundación que defiende la convivencia frente al terrorismo" se haya "prestado al dictamen del PP". A su juicio, la iniciativa "está teledirigida por el PP" y su único objetivo es "ser el referente del secesionismo lingüístico".
En el Ayuntamiento de Valencia, la polémica sobre el manifiesto acabó en bronca y con la oposición fuera del pleno al decidir el PP que se votara una moción alternativa de los socialistas como enmienda adicional a la suya. El primer teniente de alcalde, Alfonso Grau, arrancó el debate proclamando la total identificación de su grupo al manifiesto y rechazó "tutelas" desde otros ámbitos políticos. El portavoz socialista, Rafael Rubio, recordó que la Constitución, el Estatut, la Llei d'Ús y la Acadèmia Valenciana de la Llengua protegen la identidad y propuso que el Ayuntamiento renovara su confianza en esas normas y sus instituciones.
La propuesta descolocó al PP, que reprochó a Rubio que no condenara las "injerencias externas" en la polémica de la lengua. Éste sorprendió entonces a los populares al anunciar que su declaración estaba copiada de un discurso de Camps en las Cortes y pidió al PP que, en coherencia, apoyara su moción frente a un manifiesto "inoportuno". Barberá optó por asumir el texto socialista, pero como enmienda de adición al manifiesto, lo que hizo saltar a Rubio, que acusó a la alcadesa de manipulación y exigió que se votara su alternativa de manera independiente. Barberá no lo permitió y los concejales socialitas y de Esquerra Unida abandonaron el hemiciclo municipal.
El PP aprobó en solitario la adhesión al manifiesto y como segundo punto votó a favor la adición de la alternativa del PSPV. Rubio acusó a la alcaldesa de ser "una autoritaria de narices".
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