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Reportaje:

Primeras lecturas

La complicidad de las ediciones escolares, clave para formar en primaria y secundaria lectores duraderos

Alicia siguió al Conejo Blanco a través del túnel y cayó en el abismo de la ensoñación. Ésa es una de las fórmulas que buscan editores y autores para animar a los escolares a leer: atrapar su atención desde el inicio del relato para que lleguen a la palabra fin sin darse cuenta de que han caído en el pozo de la literatura. La otra es hacerles sentir que ese libro se ha escrito para ellos, como si les contaran su propia historia. Detrás del espejo si se apuesta por la imaginación. Delante si la historia es realista.

El éxito de Harry Potter ha hecho ver la pujanza del negocio. Las editoriales apuestan cada vez más por la literatura infantil y juvenil, creando colecciones escolares o adaptando títulos clásicos. El propósito es fomentar la lectura, un objetivo recogido en la Ley de Calidad que el actual equipo de Educación pretende intensificar.

En 2003 se publicaron más de 9.000 títulos de narrativa infantil y juvenil, el 12% del total
Padres y niños compran ahora más libros, pero los mejores aliados son los profesores
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El crecimiento ha sido llamativo en los últimos años. En 2003 se publicaron más de 9.000 libros de narrativa infantil y juvenil, más del 12% de la producción editorial de ese año. De ellos, sólo el 70% fueron primeras ediciones, tanto en castellano como en catalán, gallego y euskera. El resto fueron reediciones de títulos ya refrendados. El 42% son traducciones, pero los autores españoles ganan terreno, según datos del Ministerio de Cultura. Además de los clásicos hay un puñado de autores contemporáneos prolíficos: Jordi Sierra i Fabra, Fina Casalderrey y Enric Lluch suelen publicar más de un libro al año. Josefina Aldecoa, Jesús Ferrero o Gustavo Martín Garzo (premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2004), han publicado también relatos para jóvenes. A ellos hay que añadir autores jóvenes que representan el relevo generacional, como Laura Gallego.

La publicación de libros infantiles y juveniles registró en 2003 un incremento del 36% respecto a 2002. Elsa Aguiar, editora de la colección infantil y juvenil de SM, resalta la vitalidad del sector, ya que los lectores de 0 a 18 años sólo representan el 19% de la población. La creación literaria dirigida a adultos sólo creció en un 7%.

Salvo los fenómenos mediáticos, la aspiración de las editoriales potentes como SM, Anaya, Alfaguara, Edelvives o Planeta Oxford, es conseguir que sus títulos sean recomendados por los profesores como libro de lectura trimestral. Con 26 años de vida, la colección El Barco de Vapor, de SM, es ya un clásico. Los piratas del barco de vapor sirven de andaderas a los más pequeños. En la serie blanca, dirigida a los primeros lectores, priman la fantasía, el humor y la aventura. La serie azul, a partir de siete años, introduce dosis de misterio. "El objetivo es que al finalizar el relato puedan leer cualquier cosa con cierta fluidez", afirma Aguiar. La serie roja, para chicos de secundaria, supone un salto cualitativo: la acción sube, pero también los dilemas de la adolescencia. Campos de fresa, de Sierra i Fabra, es uno de sus best-sellers juveniles.

"Padres y niños compran ahora más libros, pero los mejores aliados para difundirlos son los profesores", afirma Raúl González, de Alfaguara Infantil y Juvenil. La editorial sigue dos líneas: Primeros lectores, hasta los seis años, y Próxima parada, hasta los 14, dividida por edades. Osito y las aventuras de Sapo y Sepo son algunos de los relatos que buscan encender la chispa en los más pequeños. Espaguetis para Susana o El reino del revés son títulos para niños de primaria. Al aumentar la edad, la trama se complica y crece la tirada. El oro de los sueños, de José María Merino, destinado a jóvenes, ha alcanzado los 250.000 ejemplares.

Anaya ha dado un toque literario a la sopa infantil. Su colección Sopa de Libros engloba los títulos de ficción para alumnos de primaria y secundaria. La solidaridad y la amistad son algunos de los valores de estos relatos en los que se huye de la moraleja explícita. La misma fórmula Mi primera sopa de libros, sirve de iniciación a los más pequeños. Algunos giran en torno al polifacético Lucas.

El sector no se permite envejecer. La veterana Vicens Vives ha renovado su catálogo. Al mismo tiempo emergen editoriales como Serres, que, además de recrear los moldes clásicos en ¿Quién teme al lobo feroz?, ofrece a los pequeños un abanico de obras de arte y de música. En medio de esta espectacular y caótica oferta, los valores seguros se mantienen. El canon infantil del crítico Harold Bloom, Cuentos y poemas para niños extraordinariamente inteligentes de todas las edades (Anagrama), avala esa línea, aunque levante polémica.

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