Sola ante las dificultades
El único recurso que parece tener más a mano es la amenaza de querella. La alcaldesa de Cádiz y vicepresidenta del PP andaluz, Teofila Martínez, tan sólo tiene a los tribunales para reaccionar ante la apabullante lluvia de datos que pone en evidencia la trayectoria de la Zona Franca en manos de los populares. Siendo presidenta del consorcio de dicho organismo, se dieron actuaciones que están bajo sospecha. Lo último que se ha conocido ha sido lo del trasvase de fondos a una sociedad radicada en Miami para el pago de unos servicios inexistentes y, todo ello, después de que llevara dicha entidad más de un año fuera de toda actividad. En el centro de la diana, el responsable directo de quien tomara esas decisiones: el anterior delegado del Estado en el recinto, Manuel Rodríguez de Castro, quien tuvo que dimitir en su día por la escandalosa gestión que llevó a cabo y que está siendo aún objeto de una investigación por parte del Tribunal de Cuentas.
La gravedad de los hechos es tal que, de inmediato, Martínez se ha querido desmarcar de lo acontecido. Su tesis es que ella sólo es presidenta del consorcio por ser un cargo inherente a su condición de alcaldesa, pero nada más. Sin embargo, hay muchos indicios en el camino que señalan la máxima implicación que tuvo en todo lo que es tanto la llegada de ese polémico Rodríguez de Castro como en la defensa del mismo al surgir las primeras críticas. Fue ella la que en julio de 1996 peleó y ejerció sus influencias para que el nombramiento de delegado del Estado en la Zona Franca recayera sobre este singular personaje y no sobre otros candidatos del PP gaditano, a pesar de que su preferido no tenía relación alguna con Cádiz. Optó por éste hasta entonces desconocido fontanero de la calle Génova, en Madrid, sede del PP, y amigo del que fuera su padrino político, Rodrigo Rato.
Así que sus voces de ahora diciendo que nada tiene que ver con lo que ha pasado en esa casa, chirrían, antes que nada, en los oídos de muchos populares gaditanos que saben bien del papel jugado por ella. Tanto que no es de extrañar la soledad que ofrece Martínez en relación con este asunto ante las dificultades surgidas. No está arropada por los suyos y, ni siquiera, por los máximos responsables del partido. Tras el último congreso en el que se produjo su relevo por Javier Arenas, parece poco menos que como una apestada. No han tenido en cuenta el servicio que ha prestado al partido en esta larga travesía del desierto que soporta el PP en Andalucía.Y para colmo, ahora llega Arenas para hacerse cargo del mismo lamentándose de lo mal que se lo ha encontrado todo. Como si él no fuera responsable de lo que ha pasado en estos años. Resulta, incluso, inquietante observar a Martínez en el ayuntamiento gaditano dar lectura, nerviosa, a un comunicado, sin permitir preguntas de los periodistas, defendiendo su inocencia y, mientras tanto, Arenas lejos de Cádiz. No se trata de un fenómeno nuevo. Es marca de la casa. Así lo confesaba ayer en estas páginas el alcalde de El Ejido, Juan Enciso, quien denunciaba que durante la crisis de los incidentes xenófobos ocurridos en la localidad no apareció nadie por allí de su partido. Ahora sí vuelven a hacerlo pero para desprenderse del presidente de la Diputación almeriense, José Añez, al que esta semana se acabarán de merendar tratando de descabalgarlo como sea de la institución provincial.
Esta por ver si Arenas, en su afán de pasar página, deja, definitivamente, a un lado a su antecesora en el PP andaluz o bien baja de la nube en la que está para bregar, él también, con los problemas que atenazan a la alcaldesa de Cádiz. De modo que no hay que descartar que corrija su rumbo y opte por protagonizar algún tipo de comparecencia en estos días con Martínez. Sus colaboradores más próximos se lamentan por las esquinas de la ciudad, señalando que, a diferencia de lo que ocurría cuando gobernaba el PP, ya no acuden a esta ciudad los ministros, aunque fuera los fines de semana.
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