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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nuevos aires italianos en un clásico de Chueca

MADRILIA BY CAFÉ OLIVER, en Madrid, se transforma por completo con un nuevo equipo

José Carlos Capel

Desde que hace un mes el simpático equipo del popular Café Oliver de Madrid -Karin Chauvin, Antoine Melon y Fréderic Fetiveau-, profesionales de origen francés, se hicieron cargo de esta casa, su cocina ha sufrido transformaciones importantes. De la noche a la mañana se ha convertido en un restaurante a la última donde se sirven vistosos platos de pasta. Recetas aparentes, bien concebidas y mejor presentadas, diseñadas en Londres por Antonio Carluccio (del Neal Street Restaurant), abanderado de la cocina italiana en Inglaterra, que se ofrecen a precios relativamente razonables.

Aunque la cocina del país transalpino anda lejos del perfeccionismo técnico de la española, las presentaciones de sus platos están dando pasos de gigante. No es de extrañar que bajo el influjo de la plaza de Chueca y gracias a su ambiente neoyorquino, muchas noches, y sobre todo los fines de semana, el restaurante Madrilia registre llenos hasta la bandera.

MADRILIA BY CAFÉ OLIVER

Clavel, 6. Madrid. Teléfono 915 23 92 75. No cierra ningún día. Precio aproximado por persona, entre 25 y 30 euros. Menú mediodía (de lunes a viernes), 12,50 euros (IVA aparte). 'Pizzeta', 5,50 euros. 'Panzeroti' de manzana y nueces con pularda, 15 euros. Salmón en papillote, 14 euros. Peras al vino, 5 euros.

Pan ... 6

Café ... 4

Bodega ... 5,5

Ambiente ... 6

Servicio ... 6

Aseos ... 6

Más información
Un secreto abovedado

'Vitello tonato'

Antes de paladear sus recetas de pasta, lo aconsejable es compartir algunos entrantes. Resulta muy fino el queso provolone a la plancha; suculenta la pizzeta con queso de cabra; algo desaborida la caponata (pisto en versión italiana) y extraordinario el vitello tonato (rosbif de ternera cubierto con una mayonesa de atún y mostaza). Sabores muy clásicos que respetan la tradición italiana, pero que, gracias a pequeños detalles, respiran modernidad por los cuatro costados. En la carta, relativamente breve, las recetas se agrupan en tres bloques: pasta seca (7 euros), pasta fresca (11 euros) y platos de pasta con toques de alta cocina (15 euros), que no son, en absoluto, los mejores. Lo demuestran los desaboridos y poco convincentes papardelle (cintas anchas de pasta) con bogavante. O los tagliatelle negros con almejas, que no tienen demasiada gracia. Más finos son los panzerotti (grandes ravioles) de queso ricotta con espinacas, así como los gnocchi con mejillones, a pesar de que el azafrán, prodigado con desmesura, se apodera de los demás ingredientes.

De momento, la casa no ha conseguido controlar el punto de cocción de sus pastas, que o bien se cuecen demasiado o se dejan enteras. Éste es el caso de los fetuccine de espinacas con magret de pato, que saben a harina cruda. Entre los platos más económicos, alguna especialidad reconfortante tipo los bucatini a la carbonara.

Interior de Madrilia, un referente en Chueca, el barrio gay de Madrid.
Interior de Madrilia, un referente en Chueca, el barrio gay de Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

TIRAMISÚ EN VASO

EL RENOVADO Madrilia ocupa un atractivo local distribuido en dos plantas, que en el aspecto estético juega con la modernidad y el diseño. En la parte alta del restaurante, al ras de la calle, se encuentran las mejores mesas. En la planta inferior, el ruido llega a ser exagerado y tampoco se controla demasiado la temperatura ambiente. Quienes reniegan habitualmente de la pasta es mejor que se dirijan a otra parte. La carta de Madrilia tan sólo brinda dos opciones alternativas: salmón en papillote y solomillo al queso gorgonzola, ambos sin demasiadas pretensiones.El acento goloso lo ponen postres de corte clásico entre los que figuran recetas como la crema quemada al vino de Marsala, el queso mascarpone con frutas rojas y la tarta de chocolate. Dulces alternantes que agradan o desilusionan, según los casos. No vale nada la panna cotta (nata cocida) a la vainilla, es correcto el tiramisú presentado en vaso y tienen cierta chispa las peras al vino.Cada mediodía, de lunes a viernes, la casa sirve un buen menú al precio de 12,50 euros que incluye un entrante y un plato de pasta o, alternativamente, el pescado o la carne del día.El café que se sirve es bueno, pero se elabora bastante mal, y el servicio cumple con dignidad a pesar de la presión a la que se ve sometido.Más interesante es la bodega, en la que salen a relucir todos los conocimientos de Karin Chauvin y sus contactos de Café Oliver. El listado de vinos es escueto, pero propone al comensal marcas bien escogidas. Vinos italianos y españoles que, en consonancia con el resto de las propuestas de la casa, se tarifan a precios razonables. Además se ofrecen algunos vinos dulces, que se sirven por copas.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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