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Un estudio no detecta incidencias en los niños criados en familias gays

La orientación sexual de los padres no es importante para el desarrollo de los menores

Lo que importa para el desarrollo de un adolescente no es la orientación sexual de sus padres, sino que la relación con ellos sea buena. Ésta es la conclusión de un estudio realizado con 88 adolescentes tipo en Estados Unidos (44 que viven con parejas de mujeres y 44 con parejas heterosexuales). El trabajo ha medido la autoestima, integración, rendimiento escolar y tipo de relaciones. La conclusión es que no existe diferencia.

En el estudio se identificaron adolescentes que vivían con parejas de mujeres (su madre natural o adoptiva y la pareja de ésta), pero sin que existiera un padre o una figura masculina que los muchachos identificaran como tal, y se compararon con otros de iguales características que vivían con parejas heterosexuales.

Las variables que se midieron fueron los síntomas de depresión, ansiedad, autoestima, resultado escolar, integración en la escuela, con los vecinos, la sensación de estar bien cuidados, de tener una buena relación padres-hijos, la facilidad para tener citas, para establecer relaciones afectivas, la confianza para contarlo, si habían tenido relaciones o fantasías sexuales y con quién. El porcentaje de adolescentes homosexuales, menos del 10%, era poco significativo y, como en el resto de las variables, se repartía por igual entre ambos grupos.

En el estudio se encontraron diferencias, pero obedecían a otros factores, como el sexo del adolescente (las chicas se sentían más protegidas), la edad (los mayores tenían más autonomía) y el tipo de relación con sus padres (cuando mejor era ésta, más autoestima mostraban). Todo ello sin diferencia entre los que vivían con dos mujeres o con un hombre y una mujer.

Los autores del trabajo, que se publica en el último número de Child Development (Desarrollo infantil) han utilizado datos de una encuesta nacional (la Add Health) realizada entre adolescentes de 12 a 18 años estadounidenses en 1997 de todos los Estados, razas y niveles económicos, y han tomado 44 modelos. Se buscó un ajuste perfecto, en que coincidieran el sexo (23 chicas y 21 chicos), edad (la media era de 15 años), raza (68,2% de blancos), ingresos familiares (33.300 euros anuales de media), estudios de los padres (un 47,7% con secundaria) y su edad (41 años). Hasta el porcentaje de adoptados era el mismo (el 4,5%).

Otra ventaja del trabajo es que la encuesta no perseguía comparar un tipo de familia con el otro, sino medir el bienestar general de los adolescentes, por lo que los encuestados -se preguntaba tanto a padres como a hijos- no respondieron influidos por su necesidad de demostrar que su familia era mejor, ha explicado a este periódico Charlotte Patterson, directora del trabajo y profesora de la Universidad de Virginia.

El número de familias en las que se identificó que las formaban dos hombres era muy pequeño [como no eran el objeto de la encuesta nacional ese dato no era obligatorio], aunque los investigadores apuntan que los resultados preliminares obtenidos en familias gays eran similares a los de las lesbianas.

Según mencionan Patterson y sus colaboradores, estos resultados "confirman lo esperado, ya que los numerosos estudios realizados con niños más pequeños" tampoco mostraban diferencias. Pero con los nuevos datos "los teóricos deberán revisar los modelos de desarrollo personal y social basados en la existencia de personas de sexos opuestos". También queda sin justificación "que se limite la custodia o la visita de las madres lesbianas" y pierde toda base "la idea de que los gays y las lesbianas están menos preparados para proporcionar hogares de adopción o acogida", afirman.

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