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Reportaje:

Cerámica pata negra

El dueño de Jamones El Campo reorienta el negocio de La Cartuja

Alejandro Bolaños

Emilio Portes y los empleados de La Cartuja de Sevilla trabajan a marchas forzadas para recomponer la fábrica de cerámica más prestigiosa de España. Desde que compró la factoría a la familia Ruiz de Alda, Portes está empeñado en aplicar el modelo comercial que ya ha experimentado en Jamones El Campo, firma líder en la venta directa a empresas de productos de cerdo ibérico.

Emilio Portes pretende abrir dos nuevos mercados a la centenaria fábrica de loza sevillana: el regalo de empresa y la restauración
El empresario, que ha invertido tres millones de euros, apuesta por productos de calidad y una relación sin intermediarios con los clientes

Hace calor en las oficinas del director general de La Cartuja de Sevilla. Una señal de que los hornos están a tope. Portes y su reducido equipo directivo está en plena mudanza a un nuevo edificio rehabilitado. Una de las varias obras que se han acometido en los últimos meses en la fábrica de Salteras (Sevilla), que acumulaba años de abandono y deterioro. "El plan de inversiones que se presentó, de cuatro millones de euros, ya está ejecutado al 70%", afirma.

Ese plan de inversiones fue una de las cuestiones que llevaron a las Administraciones central y andaluza y a los sindicatos a respaldar la oferta de Portes a finales de 2003. Acababa así un año negro para La Cartuja de Sevilla. Tras una pésima gestión, los anteriores propietarios de la fábrica, la familia Ruiz de Alda, no devolvieron un crédito hipotecario concedido por la SEPI en el último proceso de privatización. Los terrenos de la factoría pasaron a titularidad pública, cuestión en la que se escudó la familia Ruiz de Alda para dejar de pagar a los 130 trabajadores y parar la actividad de la factoría. Tras un largo conflicto sindical, los jueces dieron la razón a los trabajadores y entonces quedó claro que la fábrica que fundó Charles Pickman en 1841 sólo podría salir adelante con un nuevo proyecto empresarial.

La situación financiera de la empresa era muy delicada (acumulaba unos ocho millones de deuda) y las administraciones decidieron apostar por alguien que no tenía nada que ver con la cerámica para tratar de poner punto y final a una larga sucesión de crisis económicas. Portes basó su propuesta en el modelo comercial que lleva una década ensayando con éxito en Jamones El Campo, una firma líder en la venta directa de productos de cerdo ibérico a empresas. Esta firma, incluida en la denominación de origen Jamones de Huelva, distribuye al año más de 400.000 jamones, paletas y embutidos, básicamente comprados por empresas para regalos corporativos y a clientes.

"Vi una buena oportunidad empresarial", explica Portes, que logró un trato ventajoso de la Administración para saldar las deudas. El empresario confía en poder reproducir en La Cartuja las claves del éxito de Jamones El Campo: un producto de calidad (en este caso, cerámica con diseños centenarios) y relación sin intermediarios con las empresas, a las que además ahorra todo el trabajo logístico de envíos, repartos y seguimiento de sus regalos.

La próxima campaña de Navidad medirá por primera vez si el proyecto de Portes en La Cartuja fragua. El intento parece serio. Con el dinero de una línea de crédito concedida por El Monte se han remodelado los edificios, se ha construido un nuevo taller de decoración y se ha incrementado la plantilla en 16 personas. El objetivo es facturar más de cinco millones de euros este año. "Vamos bien, pero el principal obstáculo ha sido que muchas empresas pensaban que La Cartuja había desaparecido", comenta Portes.

Fábrica de ceramica de Pickman en La Cartuja de Sevilla.
Fábrica de ceramica de Pickman en La Cartuja de Sevilla.PÉREZ CABO

Un almacén con arte

"La suerte es que no tenemos nada que inventar". Emilio Portes sabe que uno de los puntales de su proyecto está en el museo de La Cartuja Pickman, declarado bien de interés cultural por la Junta de Andalucía. El museo, cuyo edificio también ha sido rehabilitado, guarda 2.500 decorados, muchos de ellos del siglo XIX.

Esos decorados, que combinan el gusto inglés con motivos estéticos sevillanos, y la elaboración artesanal dan el punto de distinción a la cerámica de La Cartuja, habitual en las vajillas de la realeza y familias nobles europeas en los dos últimos siglos. Portes ha abandonado la línea de los últimos años, basada en popularizar los productos y dar salida incluso a piezas defectuosas. "Esa práctica se ha acabado ya, hay que reposicionar la marca".

La mayor exigencia en el proceso de calidad ha llevado a incrementar los precios en el mercado detallista del regalo un 35%. "Las tiendas y los clientes lo han acogido bien", asegura Portes. Para la nueva línea de negocio, la relacionada con el regalo de empresa y el suministro a restauración de lujo, los nuevos gestores de La Cartuja han enviado su catálogo a más de 100.000 empresas, en el que, además de refinadas vajillas, floreros, tarros de botica o juegos de café, ofrecen piezas selectas en series limitadas.

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