Tensión en el centro de mayores

El 26 de marzo de hogaño se celebró la asamblea general de la tercera edad en el centro Teresa de Calcuta, del distrito de Barajas. A los pocos días, la directiva expuso en el tablón de anuncios el acta de la misma, firmada por el presidente y su esposa.

No acudió la secretaria, como era su obligación, para no responder a los graves insultos a mi mujer en el centro relacionados con mi persona. Esta señora debería de pedirme perdón, y si no lo hace, en el pecado lleva la penitencia. La versión del acta no puede tener ninguna credibilidad, no se corresponde en nada con lo que sucedió y omite un gravísimo incidente. La versión de un servidor y, que con todo derecho se la da a conocer a los vecinos de la Alameda de Osuna, es la siguiente: como en años anteriores, el presidente, con su ignorancia supina y su autoritarismo, anuló todos mis derechos, manipuló arbitrariamente la asamblea, no me permitió votar ni votó nadie, como siempre, para aprobar todos los disparates que dice, porque, en su opinión, no es necesario, ya que disfruta de mayoría con sus incondicionales. No respeta los derechos inalienables de las minorías.

En la próxima asamblea, del mes de marzo próximo, tendrán obligación de leer el acta de la asamblea anterior y, a continuación, la impugnación de la misma que he enviado al concejal, sin esperar al espacio de ruegos y preguntas, como irregularmente han hecho siempre. Este espacio no cuestiona ni resuelve nada, lo importante de la asamblea es el espacio de los debates, y aquí sólo hablan ellos.

Esta vez no asistiré a la asamblea. Por un afán altruista y para defender los derechos de los socios más débiles de los abusos de estos señores, me he jugado la vida varias veces, por padecer una disfunción grave en el corazón, ser diabético y tener 83 años. Puedo caer muerto fulminantemente, según advertencia del cardiólogo, por el trato de la directiva con sus omisiones, insultos y amenazas. Por este motivo se me dispara la tensión peligrosamente.

Estos señores se eternizan en la directiva, van camino de ocho años, en periodos de dos, cuando en función de la ley y de la lógica no deberían estar más de cuatro. Una vocal lleva 12 años.

En todo este tiempo no han sido capaces de elaborar un borrador de reglamento de régimen interior, como es su obligación, donde se recojan todas las inquietudes sociales de los socios, entre éstas las de un servidor, para presentárselo al concejal que lo sancione. En la actualidad carecemos de tal reglamento y esto ha quebrantado el estatuto.