Un problema de raíz
Un grupo de voluntarios arranca plantas exóticas que amenazan especies autóctonas de Cádiz
Aparentemente son inofensivas. Pero la Galenia secunda y el Carpobrotus edulis son plantas invasoras. Vienen del sur de África y se reproducen con suma facilidad en los paisajes de la provincia de Cádiz, fundamentalmente en sus dunas y marismas. Con gran rapidez y sin apenas obstáculos, ya que no tienen depredadores, han logrado extenderse y, en su camino, han ahogado a las especies autóctonas, algunas de ellas en peligro de extinción. Pero a las invasoras ya hay quien les plante cara. Un grupo de voluntarios, promovidos por la Universidad de Cádiz (UCA), recorre este fin de semana la playa de Cortadura, en la capital gaditana, donde la invasión resulta especialmente intensa.
El programa contra la flora invasora en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz nació de la advertencia realizada por el biólogo del Zoo de Jerez, Iñigo Sánchez, quien alertó de la presencia de estas plantas exóticas en lugares donde se debían desarrollar especies únicas en la zona como la Ononís tourneforti. La amenaza es grave porque la galenia y el carpobrotus (también conocida como uña de león) son capaces de multiplicarse de forma veloz tapizando grandes superficies costeras matando la vegetación que queda debajo de ellas.
La iniciativa, que pretende extenderse a otros lugares y tener una duración de tres años, se ha iniciado este fin de semana en las dunas de Cádiz, en la franja costera que está entre la capital y San Fernando. Una veintena de personas se ha sumado a esta campaña voluntaria. Son, en su mayoría, jóvenes, fundamentalmente biólogos y estudiantes o licenciados en Ciencias del Mar y Ambientales. Antes de empezar, reciben una formación básica para que puedan localizar fácilmente a las plantas invasoras. La uña de león es sencilla de identificar. Es una planta carnosa, con tallos largos, en forma de dedos. Su vistosa flor ha favorecido que se utilice mucho para decorar. La galenia se asemeja más a otras especies autóctonas, aunque se le distingue gracias a su color verde más claro. Su amenaza es mayor porque su semilla es tan pequeña como la cabeza de un alfiler, por lo que se dispersan con el viento o viajan cómodamente en las suelas de los zapatos y en las ruedas de los coches.
"Hay gente que no se da cuenta de los riesgos que tiene el comprarse un jardín exótico para casa. No hay conciencia real de la amenaza que supone", se lamenta Almudena Clares, bióloga y una de las voluntarias que ha acudido este fin de semana a la playa. "Hay que preocuparse por conservar lo nuestro porque podemos perder plantas que sólo crecen aquí", señala.
En los dos primeros días de trabajo, han reunido casi 100 bolsas llenas de galenias y carpobrotus. Las colocan en montones, que el servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento se encarga de recoger para su posterior incineración, con lo que se evita la dispersión de las semillas. En su labor, los voluntarios han dejado las dunas de Cortadura con grandes calvas de arena y, en medio, a modo de pequeños oasis, se mantienen como dignas supervivientes especies cien por cien gaditanas como la azucena marítima, que han visto vencer a su principal enemigo. No se puede utilizar maquinaria ni tampoco pesticidas ya que se pondría en riesgo la flora autóctona que se pretende preservar. La tarea debe ser manual porque aquí el problema se arranca de raíz.
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