Lo más español de Tánger
El director de cine Moumen Smihi recrea en Málaga la influencia de la cultura española en el Marruecos de los cincuenta
Los toros, el vino y el cine español marcaron profundamente la infancia de Moumen Smihi. Corrían los años cincuenta y Tanger (Marruecos), su ciudad natal, estaba impregnada por la cultura española. Los tiempos han cambiado desde entonces. Tanto, que este director marroquí ha tenido que desplazarse hasta Málaga para capturar pequeños retazos de esta época que formarán parte de su próxima película: El chaval de Tánger.
Preocupado porque sus cintas muestren la diferencia entre la teología y la cultura árabe, este realizador se siente con el deber de explicar "este gran caos". "No hablamos de una cultura teológica o religiosa, sino de una cultura libre", explica. Para mostrar esta diferencia incluirá en su largometraje elementos considerados "sacrílegos" por los musulmanes.
La niñez de Larbi, el protagonista de su historia, transita entre las enseñanzas de la escuela coránica, "donde aprende la palabra de Alá, pero también la crueldad de los maestros y el maltrato", el trauma de la ciruncisión, y el encierro y la humillación a la que se ven sometidas las mujeres. La situación hace que se rebeles y escape de su casa. Es entonces cuando abre una ventana a la universalidad.
Durante dos días, el realizador ha rodado en la céntrica Plaza de la Merced, el Mercado Municipal, calle Granada y algunos callejones plagados de churrerías. "Algunas mujeres nos miraban con curiosidad porque filmábamos balcones de los edificos o pequeños detalles arquitectónicos", explica el encargado de producción, "después se daban cuenta de lo bonitos que eran y que habían estado siempre al lado de su casa".
El teatro Cervantes -exacto a su homónimo en Tánger- aparecerá en algunas escenas de la vida de Larbi. Interpretará a su hermano gemelo, un edificio que durante mucho tiempo fue conocido por ser el más grande de toda África del norte, prácticamente destruido hoy. Es precisamente en este lugar en el que el joven protagonista se refugia. Los sueños de la gran pantalla arrancan sus lágrimas y le abren una puerta a la esperanza. "Cuando fui a estudiar cine a París, descubrí que muchas de las películas ya las había visto en el Teatro Cervantes. Era un lugar extraordinario", recuerda. El edificio, fundado en 1913, acogió las primeras proyecciones de cine mudo y siguió abierto hasta los años setenta, periodo en el que se convirtió en un espacio de contacto con la cultura española y latinoamericana.
A Smihi, dueño de la productora Imago Film y ganador en 1971 del gran premio del Festival Internacional de Dinard con su primer cortometraje, le queda otra semana de trabajo en su ciudad natal. "Hemos rodado en 35 milímetros pero el montaje lo estamos haciendo sobre la marcha,de forma digital", cuenta. Calcula que necesitará unas tres o cuatro semanas más para la sonorización o la música. Estrenará en Marruecos en enero de 2005. También tiene previsto hacer un pase en Málaga.
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