"El discurso árabe actual es muy ambigüo"

Quizás sea porque vivió y creció en el seno de una familia de la pequeña burguesía ilustrada de Marruecos, o porque estudió cine en París, pero Moumen Smihi (Tánger, 1945) siente que su deber es luchar contra la ambigüedad en el discurso árabe actual. Vestido de manera informal, camisa de cuadros y americana, se presentó a un encuentro con los medios en el que dio a conocer su filosofía fílmica y se declaró un enamorado de Andalucía. Frases como "Joyce hablaba de que el trabajo siempre estaba en proceso, que no se puede separar" o "los niños de Tánger jugaban mucho a Otello, de Shakespeare porque el protagonista era un moro" dejaron ver sus lecturas y predilecciones cinematográficas.

A través de sus gafas, sujetas por unos cordones, confesaba que El chaval de Tánger, su última película, supone un antes y un después de la ciudad. No le costó recordar una época, los años 50, en la que la que las comunicaciones hispano-marroquíes eran más fluidas, y la presencia española más importante. "Se veían por la calle signos culturales como los vestidos o se escuchaba música española", rememoró.

Adscrito a la generación que vivió la colonización, la independencia y el gran caos de la cultura árabe consideró que los intelectuales son los que tienen que hacer una labor de información frente al discurso general de Occidente en torno a la cultura. "La obra artística no tiene sólo sentimientos y estética, sino que también es elemento de vehículos culturales", señaló. Dentro de las corrientes, quien se considera aprendiz de Luis Buñuel, Víctor Erice o Carlos Saura, prefiere trabajar con "signos", más que reconstruir las historias de forma holliwoodiana. Su chaval de Tánger se suma a seis largometrajes, dos documentales y un corto. Sus 35 años en la profesión también le han granjeado la simpatía y el reconocimiento de la crítica internacional.