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Reportaje:

Europa se acerca a la Luna por primera vez

La nave 'Smart-1' entrará la próxima semana en la órbita del satélite terrestre para estudiarlo

El trayecto directo de la Tierra a la Luna con propulsión convencional dura pocos días -cuatro jornadas de viaje cumplían los astronautas del programa Apolo-. Sin embargo, la pequeña nave europea Smart-1 ha tardado más de un año en llegar, desde que partió el 27 de septiembre del año pasado. El próximo lunes la sonda se dejará capturar gravitatoriamente por el satélite natural terrestre en una maniobra clave para iniciar, a mediados del próximo enero, la fase de observación científica de la Luna.

El hecho de que Smart-1 haya tardado tanto en llegar a destino no se debe a ningún accidente, estaba planeado así porque el objetivo fundamental de la misión, la primera que la ESA realiza a la Luna, era viajar con un nuevo motor experimental, con propulsión iónica, siguiendo una trayectoria muy larga en lugar de utilizar el impulso convencional del cohete e ir derecho a la Luna.

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"Es un éxito de Europa que, por primera vez, ha sabido construir y operar magníficamente un satélite con propulsión eléctrica primaria y ha aprovechado las perturbaciones de la gravedad lunar para entrar en órbita de la Luna", ha declarado a este periódico Giuseppe Racca, ingeniero italiano, director del proyecto Smart-1.

La nave ha cumplido: el motor iónico se ha encendido durante 3.648 horas, consumiendo casi 60 kilos de xenón como combustible y alcanzando una velocidad de casi 10.000 kilómetros por hora. La semana que viene se realizará un nuevo encendido del motor para que la nave, ya sometida a la gravedad lunar, ciña su órbita hasta alcanzar la posición de trabajo científico, en sobrevuelo de la Luna por los polos, acercándose hasta 300 kilómetros de la superficie. "A mediados de enero de 2005, Smart-1 estará lista para empezar a levantar el mapa del suelo lunar haciendo estudios de mineralogía, geoquímica y morfología", explica Racca. Esta fase de observación científica durará por lo menos seis meses. Pero ya durante el viaje se han hecho experimentos, en concreto de telecomunicaciones mediante láser con la Tierra.

Smart (siglas en inglés de Misión Pequeña para Investigación Tecnológica Avanzada), es un acrónimo buscado con toda la intención, ya que smart significa en inglés listo, en el sentido de inteligente. Y la nave pretende ser eso, una espabilada pionera de nuevas tecnologías para la exploración espacial, de cara incluso a posibles viajes en el futuro al cinturón de asteroides (más allá de Plutón) con esta nueva forma de propulsión. La nave europea es un cubo de un metro de arista -más los paneles solares-, con una masa de 367 kilogramos; su coste, incluido lanzamiento y control, es de 110 millones de euros.

El principio del motor iónico es básicamente muy simple: se ioniza un gas confiriéndole una carga eléctrica y se hace pasar por un campo eléctrico o una pantalla en la parte trasera del motor, de manera que los iones, al salir, producen un empuje en la dirección opuesta. El gas utilizado en Smart-1 es xenón y la electricidad la proporcionan los paneles solares de la nave. El sistema genera unas 10 veces más empuje por kilogramo de combustible que un cohete químico convencional y puede funcionar durante muchas horas seguidas, pero no da una potente reacción inmediata, como un cohete. Por ello el sistema es muy práctico una vez que la nave ha salido de la Tierra, para viajar por el espacio y hacer maniobras de alta precisión, aunque no para abandonar la superficie terrestre. Sólo una sonda, la también experimental Deep Space-1, de la NASA, había ensayado un motor eléctrico parecido.

El trayecto de Smart-1 no ha estado exento de emociones, recuerda el responsable del proyecto: "Diría que el viaje ha ido muy bien, aunque nada más salir nos encontramos en medio de una de las peores tormentas solares jamás registradas. Tuvimos un flujo de protones casi 100.000 veces superior al normal y esto dio algunos problemas a los sensores estelares de navegación de la nave. Tuvimos que cambiar un poco el software de a bordo pero después fue todo bien".

Más de un año de viaje da para muchas sorpresas. "Sufrimos un poco de calor, especialmente cuando teníamos el Sol mucho tiempo sobre el mismo lado de la nave, pero lo superamos", cuenta Racca, casi como si él mismo fuera en la Smart-1. "También tuvimos eclipses de Tierra más largos de lo previsto, pero nuestro sistema de potencia equipado con baterías de nuevo concepto reaccionaron muy bien. Parece increíble, pero sin hacer nada ahora llegaremos a la órbita lunar", resume.

La emoción de la misión no ha terminado. Hoy y mañana la Smart-1 pasa por la llamada frontera de estabilidad débil, donde la gravedad de la Luna y la de la Tierra compiten por la supremacía. "Bastaría una pequeña perturbación en esta zona para desestabilizar la órbita y generar un movimiento caótico que podría hacer que la Smart-1 acabase estrellándose en la Tierra o en la Luna, o en una órbita alrededor del Sol", explica el ingeniero italiano. El próximo lunes comenzará un encendido del motor de Smart-1 que continuará durante cuatro días y medio días para estabilizar la nave en la órbita lunar.

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