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LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

Expulsados del juicio dos etarras procesados por asesinar a un guardia civil en Collado Villalba

Dos presuntos etarras procesados por el asesinato del guardia civil Antonio Molina en diciembre de 2002 en Collado Villalba (Madrid), Jesús María Echevarría Garaicoechea y Ángel Aramburu Sodupe, fueron ayer expulsados de la sala donde se les juzgaba en la Audiencia Nacional tras negarse a reconocer al tribunal y dar fuertes patadas al cristal blindado que rodea el banquillo de los acusados. El presidente del tribunal les advirtió que el juicio seguiría desarrollándose sin su presencia, a lo que los acusados contestaron que les daba "igual". El magistrado ordenó entonces su expulsión de la sala.

El compañero del agente asesinado manifestó que quiere ver a los presuntos autores del crimen y miembros del comando Egoitz eta Hodei "muertos o dentro [de prisión]. Una de las dos cosas". La madre de la víctima, presente también en la vista, pidió la máxima dureza para los acusados.

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En este juicio, en el que el fiscal pide 65 años de prisión para los procesados, Echevarría y Aramburu están acusados de ser los responsables del asesinato del agente Molina, de las heridas graves causadas a su compañero, Juan Aguilar, y de preparar artefactos explosivos para atentar contra establecimientos de El Corte Inglés en Madrid en diciembre de 2002.

Tras declarar como testigo en la vista, Aguilar dijo a las puertas de la Audiencia Nacional que no le gustaría ver que, tras el juicio, los dos acusados salen a la calle "a los dos días".

El agente, que se encuentra de baja, manifestó que sufre aún fuertes dolores en la mano derecha, donde recibió un disparo el 17 de diciembre de 2002, cuando él y su compañero trataron de identificar a los dos ocupantes de un vehículo que hizo una maniobra sospechosa al cruzarse con la patrulla, en Collado Villalba. "Cuando los paramos y nos acercamos para identificarles, nos recibieron a tiros, y nos defendimos como pudimos", relató.

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Tras abandonar la Audiencia, la madre de la víctima, María Dolores Martín Espinosa, se mostró orgullosa de su hijo y de que con su acción evitase muchas muertes. Añadió que los etarras se habían portado durante la vista "como lo que son, ratas de cloaca. Pero ha sido un logro verles nerviosos y sudorosos. Físicamente no valen nada", añadió.

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