Línea directa Pekín-Washington
China confía en estrechar las relaciones con EE UU en el segundo mandato de Bush
Apenas tres días después de la reelección de George W. Bush, Pekín y Washington firmaban el viernes en la capital china un acuerdo para establecer una línea telefónica directa entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Departamento de Estado, siguiendo el modelo del teléfono rojo que une a los jefes de Estado de los dos países desde 1998. El acuerdo fue despachado con unas pocas líneas por la agencia Xinhua pero, en un país donde a menudo hay que leer entre líneas, es un indicio de la importancia que los dos Gobiernos conceden a sus relaciones bilaterales. Los analistas afirman que este segundo mandato estará marcado por una política de continuidad, aunque vaticinan algunas modificaciones en la forma de abordar los puntos de fricción.
"Están la cuestión de Taiwan, Corea del Norte y el terrorismo en Filipinas e Indonesia, pero no creo que haya grandes cambios en el modo de operar que ha seguido Estados Unidos los últimos años", asegura Stuart Harris, profesor de la Escuela de Investigación de Estudios de Asia Pacífico de la Universidad Nacional de Australia y ex secretario de Asuntos Exteriores. "Sí es de esperar una línea más enérgica en el conflicto norcoreano. Bush intentará resolver el problema, pero no creo que esté dispuesto a hacer muchas concesiones. Y los chinos presionarán para lograr una solución. Pyongyang tendrá que tomar ahora una decisión, después de haber estado esperando el resultado de las elecciones".
Según afirma Jusuf Wanandi, cofundador del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Indonesia, en un artículo en el Jakarta Post, la proliferación atómica en Corea del Norte podría abrir la caja de los truenos y forzar a otros países del área, como Corea del Sur, Japón e incluso Taiwan a tomar la senda nuclear como método disuasorio.
Pero el Gobierno del presidente Hu Jintao ha dejado muy claro que Taiwan será el pivote alrededor del cual girarán las relaciones de los dos países en estos nuevos cuatro años. Pekín considera la isla una parte de su territorio, que debe ser absorbida, aunque sea por las armas, antes que ceder a lo que considera las veleidades independentistas de su presidente, Chen Shui Bian, y se opone totalmente a la venta de armamento a Taipei por parte de Estados Unidos.
A pesar de la advertencia, los observadores políticos creen que la reelección de Bush ha sido una buena noticia para los dirigentes chinos. "Las dos partes se conocen muy bien y tienen claro cuáles son sus diferencias. Se sienten cómodas con la situación actual, así que no habrá enfrentamientos. Washington y Pekín necesitan cooperar en lugar de luchar", afirma Richard W. Hu, profesor del departamento de Política y Administración Pública de la Universidad de Hong Kong.
Hu asegura que, aunque la opinión popular en China sobre el presidente norteamericano "no es muy alta" -claro reflejo de los comentarios en los medios de comunicación oficiales-, muchos analistas en el continente habían previsto su victoria. "No creo que haya ningún gran problema para las relaciones mutuas en el futuro", dice este graduado de la prestigiosa Universidad de Pekín (Beida). "En general, Bush no necesita modificar mucho su estrategia en Asia. Aunque si hay relevos de personal en su equipo de política exterior, se producirán algunos pequeños cambios", señala.
Según Harris, el Gobierno de Hu Jintao "se siente a gusto con la victoria de Bush. No sólo porque espera que mantenga la posición de rechazo a la independencia de Taiwan, sino porque ve que se ha dado cuenta durante estos cuatro años de que no puede desestimar a China, y que no hay que tratarla como una amenaza".
Estados Unidos ha asegurado repetidas veces que el eje Washington-Pekín nunca ha sido tan fuerte como ahora, debido a un interés mutuo, entre otros campos, en la economía y la lucha contra el terror. No en vano es el segundo mayor socio comercial del gigante asiático, después de la Unión Europea, con una cifra de intercambios de 107.036 millones de dólares en los ocho primeros meses de este año, un 36% más que el mismo periodo de 2003; aunque la balanza es claramente deficitaria para Washington.
Las relaciones entre los dos países tuvieron un agrio comienzo al inicio del primer mandato de Bush, ya que resultó elegido después de haber prometido en su campaña que trataría a China como "un competidor". Pero todo basculó tras los ataques del 11-S. Y en una reunión con el primer ministro chino, Wen Jiabao, en diciembre pasado, Bush calificó a Pekín de "socio" en la resolución de los problemas globales. Hasta tal punto que, aunque difieren completamente sobre la invasión de Irak, China no ha sido claramente hostil a la guerra.
Las relaciones vendrán marcadas también por las diferencias comerciales, como en el sector textil, y las quejas sobre la infravaloración de la moneda china, el yuan o renminbi, que está ligado al dólar, lo que, según Washington, provoca una ventaja competitiva a las empresas asiáticas.
China está emergiendo como una potencia política, económica y militar, y está sellando acuerdos en todos los ámbitos con sus vecinos en Asia. Con un objetivo: convertirse en el centro de gravedad de una parte del mundo de la que, según algunos analistas, el presidente estadounidense no se ha ocupado como hubiera debido al haber estado absorbido por las guerras de Irak y Afganistán.
Para los aliados de Bush en esta zona, como Australia, Japón y Filipinas, su reelección es una clara victoria de la lucha contra el terrorismo. En otros países la situación es menos clara. "La alianza con Corea del Sur -donde hay un creciente sentimiento antiestadounidense- no está en buena forma, y tendrá que dedicarle atención para que no empeore. Porque mientras el presidente surcoreano mantiene razonables relaciones con Bush, algunos de sus partidarios han realizado declaraciones bastante tajantes pidiendo mayor flexibilidad para solucionar la crisis con Corea del Norte", dice Harris.
Encuentro en Chile
Cuando Hu Jintao y George Bush se reúnan en la capital chilena, en el marco de la cumbre de los países de la APEC (Cooperación Económica para Asia Pacífico) que se celebrará los días 20 y 21 de este mes, Taiwan ocupará un lugar primordial de la agenda del encuentro. Así lo ha asegurado Zhou Wenzhong, viceministro de Asuntos Exteriores, que ha calificado la cita de "muy importante para el desarrollo de las relaciones chino-estadounidenses en los próximos cuatro años". Bush advirtió el año pasado a Taipei contra cualquier intento de romper el
statu quo, pero Pekín duda de que Washington esté haciendo lo suficiente para controlar al presidente, Chen Shui Bian. "Esperamos que EE UU detenga, con nosotros, de forma tajante el avance de las tendencias separatistas de quienes buscan la independencia de Taiwan", dijo.
Chen, que fue reelegido el pasado marzo, tiene planes para celebrar un referéndum sobre una nueva Constitución en 2006, con la intención de adoptarla en 2008, el año de los Juegos Olímpicos de Pekín. Dice que la nueva Carta Magna serviría para reforzar la democracia. China considera que es un paso hacia la independencia. Taiwan también es miembro de la APEC, lo que en el pasado ha originado tensiones entre los dos rivales en la cumbre.
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