Los chiíes buscan la unidad
El gran ayatolá Alí al Sistani promueve la formación de una coalición única ante las elecciones de enero próximo
A falta de tres meses para las primeras elecciones democráticas en Irak, los partidos chiíes tradicionales se enfrentan a dos poderosas figuras emergentes y todos esperan que la jerarquía religiosa chií les encargue la dirección de una plataforma unificada para hacerse con el control del futuro Gobierno. El gran ayatolá Alí al Sistani está trabajando para formar una coalición antes de las elecciones y quiere evitar que las rivalidades mermen la fuerza política de su comunidad.
Los dos principales partidos religiosos chiíes del Gobierno interino, Dawa y el Consejo Supremo de la Revolución Islámica, ya se han unido. Pero su liderazgo está amenazado por una insólita alianza antiamericana entre Ahmed Chalabi, el antiguo favorito del Pentágono, y Múqtada al Sáder, el clérigo radical que dirigió dos levantamientos sangrientos contra las fuerzas estadounidenses y el Gobierno interino. Después de caer en desgracia en Washington la pasada primavera, Chalabi se ha reconvertido en un piadoso chií e intenta coaligarse con Al Sáder, que dispone de numerosos y activos seguidores. Una plataforma antiamericana gozaría de un amplio apoyo popular.
Los chiíes, la mayor comunidad de Irak, esperan hacerse con el poder que siempre les fue negado, especialmente en la era de Sadam Husein. Con el 60% de la población, este grupo podrían fácilmente dominar las elecciones y marginar así a los suníes que siempre han gobernado desde la época del Imperio Otomano. Pero las luchas internas podrían hacer el juego de otros grupos, entre ellos el partido secular del primer ministro interino, Ayad Alaui, que podría atraer a los votantes tradicionalmente más afines a los partidos religiosos.
Desde hace meses, Al Sistani ha pedido que todos los grupos chiíes formen una coalición única dominada por los partidos religiosos. La principal razón que empuja a formar listas únicas es que la ley electoral establece que las alianzas entre los partidos políticos deben formarse antes de los comicios. Si son incapaces de entenderse, los grandes grupos chiíes podrían desintegrarse. En una nueva intervención en el terreno político, el gran ayatolá ha encargado a una comisión que busque el acuerdo entre los diversos movimientos.
El mapa político que se dibuja para las elecciones previstas para enero aparece cada vez más dividido en torno a los grandes grupos religiosos y étnicos. El éxito de los comicios dependerá también de la capacidad de los norteamericanos y del Gobierno provisional para acabar con la insurgencia en la ciudad rebelde suní de Faluya. Los altos mandos afirman que el objetivo es romper la insurgencia para que la gente se sienta segura y pueda votar, pero sin que la operación levante la ira de los suníes. Si esta comunidad boicotea las elecciones, la guerra de guerrillas podría intensificarse e incluso degenerar en una guerra civil con los chiíes en el poder.
Los iraquíes deben elegir en enero una asamblea de 275 miembros que tendrá que designar a un nuevo Gobierno provisional y redactar una nueva Constitución. Otras elecciones de las que saldrá el Gobierno definitivo están previstas para finales de 2005.
Mientras los chiíes discuten, los principales grupos kurdos, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), ambos en el Gobierno interino, han acordado formar una plataforma única para las elecciones. Los suníes, por su parte, siguen divididos sobre si participan en los comicios. El Partido Islámico Iraquí, que forma parte del Gobierno interino, ha anunciado que va a presentar candidatos. La poderosa Asociación de Estudiantes Musulmanes, un grupo que dice representar a más de 3.000 mezquitas, no participará y ha amenazado con llamar al boicot si los norteamericanos toman Faluya.
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