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Los vuelos de Ryanair fuerzan la máquina del aeropuerto de Girona

Ryanair ha llegado al aeropuerto de Girona como un huracán que ha sacudido sus cimientos y se ha llevado las telarañas. De su indolente rutina, alterada esporádicamente por los vuelos chárter veraniegos, las instalaciones de Vilobí d'Onyar han pasado a una agitación constante que parece buscar el límite de su capacidad. El aparcamiento es el primer espacio que delata su insuficiencia. Los coches desbordan el recinto e invaden las zonas ajardinadas. En épocas de largos puentes vacacionales deben aparcar, con el consiguiente peligro, en los arcenes de la carretera de acceso. La ampliación del actual aparcamiento, en su recta final, parece ya insuficiente. Las cifras dan una idea clara de la "revolución", en palabras del propio director del aeropuerto, Patricio Ivorra, que ha supuesto Ryanair para el aeropuerto desde que implantó sus primeros vuelos, en diciembre de 2002. Ese año se habían registrado unas 4.250 salidas y llegadas. En 2003, con Ryanair, se superaron las 18.000. También los pasajeros se cuadruplicaron y en el primer año de implantación se llegó a 1,3 millones. Ryanair confía acabar el año con 5,5 millones de pasajeros transportados en toda España. El crecimiento de vuelos en Girona es el más espectacular en toda la historia de la compañía irlandesa.

El 86% de los usuarios de la compañía en Girona son extranjeros -en su mayoría británicos, seguidos por alemanes e italianos- y tienen como destino principal la ciudad de Barcelona (25%) o localidades de la Costa Brava (35%). Se trata, pues, de un flujo más de entrada de turistas que de salida de los autóctonos. El Patronato de Turismo ya ha diseñado una campaña para promocionar los destinos de Girona en las localidades europeas que conecta Ryanair. Los españoles llegan sólo al 13% de los pasajeros, aunque la filosofía del vuelo barato empieza a cuajar. Escuelas, asociaciones o particulares de la zona de Girona deciden cada vez más, tentados por precios que igualan el de un billete de autobús, pasar unos días en Roma, Londres o Dublín.

La ciudad de Girona y sus hoteles y restaurantes han notado también el constante flujo de visitantes que ha traído la compañía Ryanair. Muchos estanqueros hacen también su agosto con la venta de cartones de tabaco inglés, que se ofertan a un precio tentador para los británicos.

Ryanair no quiere ralentizar su locomotora y recientemente anunció que en unos tres años podría realizar vuelos regionales a destinos españoles desde Girona. La empresa ha conseguido unos 6,25 millones de euros de subvenciones de las instituciones y sectores económicos catalanes durante los próximos dos años. La ayuda, fijada en un convenio denunciado por Iberia, se basa en contrapartidas publicitarias.

Pero la excesiva dependencia de Ryanair también ha generado temor. Se intenta atraer a nuevas compañías, pero el proceso se hace difícil, entre otras cosas por el afán de la compañía irlandesa de dominar rápidamente el mercado.

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